DESHACIENDO CINE | Jesús Palacios




DESECHOS. España, 2010. 90 m. C. D.: David Marqués. G.: David Marqués. I.: Fernando Tejero, Adriá Collado, Eric Francés.

Por algún extraño motivo como haber vivido diez años en otra ciudad, donde no había pases de prensa ni se estrenaban las películas “menores” he tardado diez años en ver la última entrega de la trilogía iniciada por David Marqués en 2003 con Cualquiera, seguida en 2005 por Aislados (de título profético donde los haya) y concluida, precisamente, con Desechos, en 2010. La espera ha merecido la pena, porque o yo sigo siendo igual de imbécil que hace casi veinte años (algo no del todo descartable) o Deshechos es tan brillante o más que sus antecesoras en su increíble capacidad para mantener nuestro interés durante hora y media con personajes absolutamente carentes de interés; haciéndonos reír, sonreír e incluso soltar más de una carcajada con diálogos para besugos, a medio camino entre los Freak Brothers del viejo Shelton y los disparates surrealistas castizos de Gila y Tono o de los “peores” chistes del DDT La Codorniz. Eso sí, pasado todo por la trituradora nihilista no de una, sino de ya varias generaciones de inútiles e inadaptados sociales, que a esta sociedad inútil a la que es imposible adaptarse se le cuelan por todos los resquicios, para instalarse (in)cómodamente en sus armarios roperos, malviviendo alegremente en una miseria perpetua (que se nos alargará mucho más que la presente cuarentena, tranquilos). Una generación degenerada, paradójicamente convertida en raza de mutantes altamente especializados y, a su manera, supervivientes natos perfectamente adaptados a la medida del mundo que se nos avecina. Y ríanse de los morlocks.

Por supuesto, como debe ser siempre en la última entrega de toda trilogía que se precie, Deshechos es la más espectacular de la saga: llena de superestrellas como Fernando Tejero y Adriá Collado, sin que por ello falte a la cita el favorito de todos los niños y actor fetiche del director, el impagable Eric Francés. Hay también pequeños papeles y cameos amiguetiles para Guillermo Toledo, Antonia San Juan, Fele Martínez o Antonio Pagudo, entre otros, quienes exceden en sus breves cometidos como expertos fistros que son todos en esto del esperpento. Además, sin abandonar nunca, tanto por motivos presupuestarios como por perversa inclinación personal, el minimalismo feísta que caracteriza el cine de su autor, Deshechos se atreve a ser, también, toda una sátira del género “atraco perfecto”. David Marqués, cámara de vídeo y máquina Avid en mano, no se arredra ante nada y hasta parodia estilísticamente las tarantinadas setenteras de moda, congelando a sus personajes en poses características, usando la pantalla partida para mostrar diversas acciones y planos en paralelo y otros tropos visuales propios del género, acentuando así irónicamente el contraste entre su pobreza de medios y sus referentes cinéfagos. Pero que nadie se asuste: nuestro auteur no traiciona su esencia ni cae en el error de tantos otros cineastas baratos que intentan llegar donde no pueden ni deben. Al fin y al cabo, sus atracadores son de traca y ni siquiera le llegan a la suela del zapato a los de Atraco a las 3, de los que son algo herederos. Y todo, a espaldas de Don Antonio Isasi-Isasmendi, nuestro mejor y más añorado director de hold up movies, cuyo cameo no menos irónico pone casi el punto final a estos asaltantes de desecho, con su atraco mucho peor que imperfecto.




Es una gran verdad que diez años no son nada. Por lo menos, nada bueno. Porque el caso es que ver ahora Deshechos y escribir sobre ella, completando así también mi propia trilogía personal (escribí las críticas de las dos anteriores para la revista Fotogramas), me ha demostrado que uno no cambia, solo empeora. Te gusta lo mismo que te gustaba, pero encima con premeditación y alevosía. Sin excusas. Y a mí gusta el cine de David Marqués. Podría pensarse que, lógicamente, deberían gustarme también otros cineastas o creadores audiovisuales de los últimos años que se prodigan en la comedia de bajo presupuesto, no sólo en el cine (donde menos, claro) sino sobre todo en televisión o en internet, con webseries e inventos similares. Pero no: a mí como que me gusta casi únicamente el singular cinema povero de David Marqués, que me hace reír de forma irresistible y tonta, cuando otros no se acercan siquiera a sacarme una sonrisa torcida. Es un poco lo que me pasa con las sitcoms españolas: con Aquí no hay quien viva y La que se avecina me parto... Y con el resto no. A lo mejor es también porque Marqués escribe con una gracia especial (tanto que es capaz de levantar una comedia de buen rollo con discapacitados, algo que me repele por principio), y porque sabe elegir y dirigir a sus actores con tino y soltura. O quizá es porque tengo la impresión de que tras el humor sandio y la falta de pretensiones de que hace gala su trilogía se esconde la profunda radiografía de una generación esperpéntica y carpántica, condenada a la inutilidad, la excrecencia y la picaresca devaluada, mirada con ternura y sarcasmo pero sin compasión. Pero creo que es, sobre todo y ante todo, porque no le importa un carajo hacer lo que hace y como lo hace, cuando puede y le dejan hacerlo: casi sin medios, independiente de verdad, ajeno a autocensuras y moralejas a la moda, a críticos y espectadores.




Me congratula ver que las puntuaciones de Desechos en filmaffinity o imdb están por debajo del aprobado, que muchos comentarios son negativos, indignados o, en el mejor de los casos, displicentes... Me congratula porque significa que sigo estando donde estaba y quiero estar: del Lado Oscuro. Que sigo distinguiendo entre el buen cine malo y el cine malo a secas, algo que es producto del trabajo de toda una vida de dedicación al mal y a cultivar una sensibilidad y unos gustos o disgustos especiales, seguramente por aquello que decía John Waters y que paso de repetir aquí otra vez, que me sé cansino. Pero sobre todo, porque Desechos, lo que se dice desechos, vamos a acabar todos muy pronto, así que, mejor reír que llorar. Y a David Marqués se le da muy bien eso de hacerme reír.

Jesús Palacios 😈

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