Cuando todos los muertos son pardos | Jesús Palacios



UNA HORA EN LA NOCHE (NIGHT WATCH). Reino Unido, 1973. 99 m. C. D.: Brian G. Hutton. G.: Tony Williamson y Evan Jones, sobre la obra teatral original de Lucille Fletcher. I.: Elizabeth Taylor, Laurence Harvey, Billie Whitelaw, Robert Lang.

Ellen es una inglesa madura, atractiva y rica, que sufre de insomnio nervioso, casada con John, un agente de bolsa no menos maduro y atractivo. Una noche de tormenta, Ellen cree ver a través de su ventana un cadáver ensangrentado en la mansión abandonada que se encuentra justo frente a la suya, pero cuando su esposo acude al oír los gritos, el cuerpo ha desaparecido y es prácticamente imposible apreciar nada a través de la espesa cortina de lluvia y oscuridad de la noche. Tanto su marido como su mejor amiga, Sarah, que se encuentra pasando unos días con ellos, están convencidos de que ha debido tratarse de algún tipo de equívoco o incluso de una alucinación, pero a pesar de ello deciden llamar a la policía. Cuando llega Scotland Yard lo hace, por supuesto, para nada: en el caserón deshabitado no hay ningún muerto, ni siquiera restos de sangre o violencia. Sin embargo, los días siguientes, el miedo de Ellen no deja de aumentar, al tiempo que empieza a sufrir pesadillas recurrentes con su anterior e infiel esposo -muerto en un terrible accidente junto a su joven amante-, comenzando a sospechar también que John y Sarah mantienen un affaire a sus espaldas. Pero... ¿está sufriendo quizá Ellen una crisis de nervios? ¿Realmente la engañan su marido y su mejor amiga? ¿O quizá el solitario vecino aficionado a la jardinería está enterrando algo bien distinto en su parcela? Lo que parece ser una clásica situación de “luz de gas” se convierte en algo mucho más retorcido en Una hora en la noche (Night Watch, 1973), la única película digamos de terror protagonizada por Elizabeth Taylor, un muy entretenido Grand Guignol, basado en el éxito teatral de Lucille Fletcher (la “auténtica” Sra. Fletcher, autora de varias novelas y obras de crimen y misterio).


Apoyándose en un excelente reparto que completan el veterano Laurence Harvey, como el sospechoso marido, y una perfecta Billie (Frenesí) Whitelaw, como la traidora Sarah (que nadie se asuste: no descubro nada que uno no se imagine a lo poco de comenzada la película), la efectiva dirección de Brian G. Hutton excede lo esperable en el tour de force definitivo dentro de la siniestra mansión abandonada, y es capaz de mantener nuestro interés y atención a todo lo largo del metraje. A pesar de que el giro final no resulte quizás tan sorprendente como pudiera esperarse funciona perfectamente, y todavía queda espacio para una nueva e ingeniosa vuelta de tuerca en los últimos minutos.

En definitiva, Una hora en la noche es otro de esos maravillosos thrillers psicológicos con alma gótica de Grand Guignol, típicos de los años 60 y 70, protagonizados por alguna vieja Dama de Hollywood (aunque en este caso no tan vieja como Bette Davis, Joan Crawford o Shelley Winters, y todavía muy atractiva), esta vez con acento y estilo británicos (a pesar de que tanto el director como la autora de la obra original sean americanos), e incluso con un pequeño papel para la siempre hermosa Linda Hayden. Una entretenida y macabra película, ideal para ver cualquier lluviosa noche de tormenta... o de confinamiento.

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