GUSANOS DE LA FRONTERA - Rellenando agujeros en el Weird Western - Robert E. Howard, Bone Tomahawk, The Burrowers y el Mito de la Frontera (Parte final) | Jesús Palacios
Aviso: Este ensayo contiene spoilers.
-TERCERA PARTE (2)-
No tiene nada de extraño, por tanto, que cuando una familia de colonos aparece masacrada y sus vecinos, entre ellos la joven Maryanne Stewart (Jocelin Donahue), son secuestrados, todas las sospechas recaigan sobre los sioux. Ante la desesperación del pretendiente de Maryanne, un joven emigrante irlandés llamado Fergus Coffey (Karl Geary), pronto se forma también un grupo para perseguir a los supuestos hostiles, compuesto por dos experimentados hombres de la Frontera, el adusto John Clay (Clancy Brown) y el más alegre William Parcher (William Mapother), el joven y quizá futuro ahijado de Parcher, Dobie (Galen Hutchison), apenas un quinceañero al que su madre quiere convertir en hombre, y el propio Coffey.
Según les cuenta una joven superviviente sioux, los Excavadores ya estaban allí antes, mucho antes de que llegaran los propios indios. Criaturas vagamente humanoides, con más de topo y anfibio que de hombres, parecen surgidos de alguna pesadilla darwiniana donde algo en la evolución se torció y tomó el camino equivocado hacia abajo, hacia el interior de la Frontera Hueca. Dotados de una suerte de extremidades posteriores parecidas a brazos o piernas, pero que utilizan como las patas de las arañas o las langostas, con torso casi humano pero una cabeza ciega terminada en hocico de topo lleno de finos y mortíferos dientes, su fuerza y rapidez sobrehumanas les permiten surgir repentinamente de las entrañas de la tierra, que horadan como gusanos, para apoderarse de sus víctimas, inoculándoles un veneno paralizante con sus garras y saliva, similar al de algunas arañas y avispas, para dejarlas después pudrirse vivas bajo una capa de tierra, hasta que lleguen al punto justo de descomposición y poder devorarlas así con sus hocicos. Un destino que hace de los golpes de machete óseo de los trogloditas de Bone Tomahawk una muerte comparativamente rápida y dulce.
El terror y otros relatos de lo extraño. Arthur Machen. Valdemar. Madrid, 2013.
“The Valley of the Lost”. Robert E. Howard.
-TERCERA PARTE (2)-
♦Imagen y sonido♦
V
Razas de la Noche Americana
Más
cerca todavía de los Gusanos de la Frontera del relato “The Valley of the Lost”
de Howard, al mismo tiempo que muy alejados de los orígenes y poderes
fantásticos de sus reptilianos seres
subterráneos, las criaturas de un muy estimable Weird Western anterior a Bone Tomahawk,
aunque curiosamente similar en algunos de sus elementos narrativos, ya que no
formales, nos permiten escarbar por última vez en estas líneas bajo la
superficie del Viejo Oeste, para descubrir horrores pre-humanos temidos por los
mismísimos pieles rojas.
The Burrowers (2008), del director especializado
en cine de género J. T. Petty, al contrario que el filme de Zahler, arranca de
un marco geográfico y cronológico mucho más concreto históricamente:
1879 en los Territorios de Dakota, cuya anexión a los Estados Unidos había
comenzado hacia 1861 y no terminaría hasta 1889, tras provocar la última gran
guerra sioux, nación india que
dominaba la zona, en constante disputa con otras tribus guerreras como los cheyenes, los pawnee o los ute. El
descubrimiento de oro en 1874 en las Black Hills provocaría, una vez más, que
los Estados Unidos rompieran sus tratados con los nativos americanos, a raíz de
lo cual se sucederían episodios tan notables como la masacre del General Custer
en Little Big Horn o la derrota final e infame asesinato del Gran Jefe lakota y líder de los oglala, Caballo Loco, en 1877.
The Last Stand, los últimos momentos de Custer en Little Big Horn, según Frederic Remington |
Por
tanto, en la época en que se desarrolla la acción del filme, todavía existe
mucha actividad belicosa en gran parte del Territorio, los ataques de partidas
rebeldes de sioux o de otras tribus
guerreras son frecuentes, la penetración de los colonos sigue siendo relativamente
lenta pero decidida, siempre bajo la protección del ejército, con asentamientos
a veces muy alejados entre sí, aparte de la aparición de ciudades mineras sin
ley ni orden como la célebre Deadwood, donde encontrara su muerte el cazador de
indios, pistolero y marshall
ocasional Wild Bill Hickock.
La muerte de Wild Bill Hickcok en Deadwood, grabado de época |
No tiene nada de extraño, por tanto, que cuando una familia de colonos aparece masacrada y sus vecinos, entre ellos la joven Maryanne Stewart (Jocelin Donahue), son secuestrados, todas las sospechas recaigan sobre los sioux. Ante la desesperación del pretendiente de Maryanne, un joven emigrante irlandés llamado Fergus Coffey (Karl Geary), pronto se forma también un grupo para perseguir a los supuestos hostiles, compuesto por dos experimentados hombres de la Frontera, el adusto John Clay (Clancy Brown) y el más alegre William Parcher (William Mapother), el joven y quizá futuro ahijado de Parcher, Dobie (Galen Hutchison), apenas un quinceañero al que su madre quiere convertir en hombre, y el propio Coffey.
Esta
vez, sin embargo, la partida viajará protegida por un pequeño pero nutrido
destacamento de caballería, dirigido por el racista y bigotudo Capitán Henry Victor
(Doug Hutchison), cuyos prejuicios, brutalidad y ordenancismo comprometen la
expedición desde el principio. Convencido de la culpabilidad de los sioux, el militar pone rumbo directo
hacia su Reserva, donde, por supuesto, ninguna partida de guerra rebelde
buscaría refugio. Por el camino, capturan a un joven guerrero a quien Victor
pone en manos de su guía pawnee,
enemigos tradicionales de los sioux,
para que lo interrogue y torture con deleite, pese a conseguir tan sólo que
este les maldiga con algunas misteriosas expresiones acerca de una tribu
desconocida.
La
ineficacia y crueldad de los métodos del Capitán indignan a la pequeña posse de civiles, que decide separarse
para seguir su propia pista, internándose cada vez más en terreno salvaje.
Ahora se les une también el cocinero negro (Sean Patrick Thomas) contratado por
el regimiento, harto del trato despectivo que recibe por parte de sus
compañeros militares.
Aunque
el estilo narrativo de Petty es mucho más convencional y menos autoral que el
de Zahler, el largo viaje de los protagonistas resulta también apropiadamente
agobiante y sufrido, transmitiendo certeramente la sensación de constante
amenaza, desorientación y peligro bajo la que nuestros dudosos héroes avanzan
lenta y esforzadamente, acechados por posibles enemigos invisibles, por un
clima adverso e inestable, en un paisaje que cambia progresivamente de la
desolación de la llanura a la oscuridad poblada de sombras de tupidos bosques y
valles. A todo ello se suma el complejo tapiz de odios, sospechas y prejuicios
que entreteje la convivencia de personajes tan dispares, de razas, experiencia
y carácter muy distintos.
Si
por una parte el Capitán Henry Victor resulta quizá un tanto exagerado en su
sadismo racista y bigote a la Custer, al borde del exceso paródico, no se puede olvidar que individuos así no
eran raros en el ejército de los Estados Unidos, y que la crueldad y
despotismo de que hicieran gala militares como el Coronel John Chivington en la
infame Masacre de Sand Creek de 1864, cuando su destacamento atacara por sorpresa
un poblado pacífico de cheyenes y arapahoes, asesinando, violando y
mutilando a entre doscientos y quinientos nativos americanos, más de cuya
tercera parte estaba compuesta por mujeres y niños, son hechos históricos tan
incontestables como desgraciadamente frecuentes en las Guerras Indias.
Sin
embargo, The Burrowers evita los peores riesgos del maniqueísmo al aportar
una serie de matices inteligentes y consistentes: el sioux prisionero es torturado por el guía pawnee, uno de sus tradicionales enemigos, tribu que a menudo prefirió
servir en el ejército estadounidense a combatirlo, para así poder ajustar
cuentas con sus viejos rivales. Los sioux
a su vez desconfían, y con buenos motivos, de los ute, mientras, entre los propios expedicionarios, la inexperiencia
de unos, el irlandés enamorado o el muchacho, a quien envían de vuelta al
rancho con una joven superviviente rescatada milagrosamente viva (por decir
algo), y el exceso de confianza de otros, parecen conducir la búsqueda a un
desastre inevitable.
Finalmente,
tras haberse enzarzado en una escaramuza mortífera con una partida sioux, debido a la torpeza y el gatillo
fácil de Coffey, malheridos y disminuido su número, los cazadores descubren que
su verdadero enemigo tiene tan poco que ver con los nativos como con ellos mismos:
la tribu de los “Madrigueros”
(traducción literal de Burrowers) o
de los “Excavadores” (traducción más literaria pero perfectamente descriptiva)
no pertenece a ninguna nación india. No pertenece, de hecho, a la especie
humana.
Boceto, diseño y modelo en silicona de una de las criaturas de The Burrowers |
Según les cuenta una joven superviviente sioux, los Excavadores ya estaban allí antes, mucho antes de que llegaran los propios indios. Criaturas vagamente humanoides, con más de topo y anfibio que de hombres, parecen surgidos de alguna pesadilla darwiniana donde algo en la evolución se torció y tomó el camino equivocado hacia abajo, hacia el interior de la Frontera Hueca. Dotados de una suerte de extremidades posteriores parecidas a brazos o piernas, pero que utilizan como las patas de las arañas o las langostas, con torso casi humano pero una cabeza ciega terminada en hocico de topo lleno de finos y mortíferos dientes, su fuerza y rapidez sobrehumanas les permiten surgir repentinamente de las entrañas de la tierra, que horadan como gusanos, para apoderarse de sus víctimas, inoculándoles un veneno paralizante con sus garras y saliva, similar al de algunas arañas y avispas, para dejarlas después pudrirse vivas bajo una capa de tierra, hasta que lleguen al punto justo de descomposición y poder devorarlas así con sus hocicos. Un destino que hace de los golpes de machete óseo de los trogloditas de Bone Tomahawk una muerte comparativamente rápida y dulce.
Nocturnales,
veloces y de fuerza desmedida, los Excavadores llevaban cientos, quizá miles de
años alimentándose de bisontes de las grandes praderas, pero su práctico
exterminio por culpa de los cazadores blancos les ha lanzado primero sobre los
indios y ahora sobre los colonos. Los ute,
que han sufrido a menudo los ataques de estos carroñeros de apariencia casi
diabólica, pertenecientes al bestiario de una criptzoología fantástica de la
Frontera Hueca, conocen un veneno capaz de inutilizarles y dejarles al menos a
merced de la luz solar, que sus tejidos de alimañas de la noche son incapaces
de soportar. Pero los ute son también
un pueblo cruel, y no sólo se niegan a compartir su secreto, sino que utilizan
a sus prisioneros blancos o de otras tribus como cebo viviente para vencer a
los Excavadores. El joven Coffey,
agotado y al borde del colapso, con la única compañía del malherido cocinero
negro y de su “prisionera” sioux,
deberá intentar rescatar a un moribundo Parcher tanto de los ute como de los Excavadores, a
sabiendas del destino que sin duda ha sufrido ya su prometida, descubrir el
secreto del veneno indio y, más difícil todavía, convencer al ejército de la
existencia del Pueblo de las Madrigueras. Mucho para un bisoño emigrante
irlandés, novato en la Frontera.
Lejos
de la cinefagia exhibicionista esforzadamente autoral de Zahler, J. T. Petty,
realizador de otros apreciables thrillers
de horror como Soft for Digging (2001)
o la comedia fantástica Hellbenders
(2012), basada en su propia novela gráfica, comparte con él su amor por el
género y su conocimiento del mismo, que en mi opinión incluye casi
inevitablemente cierto contacto con las obras de Robert E. Howard, a cuyos
Gusanos de la Tierra, tanto a los que luchan contra pictos y romanos de la
Antigüedad como a los que lo hacen con indios y vaqueros de la Frontera, se
parecen bastante sus propios Excavadores o Madrigueros. Aunque estilísticamente The Burrowers
es menos arriesgada y sofisticada que Bone Tomahawk,
no por ello resulta menos disfrutable e incluso quizás más apreciable gracias a
su fresca falta de pretensiones, próxima al genuino espíritu de la Serie B
antes que al cine indie. Por otro
lado, ambos filmes comparten un cierto fatalismo oscuro, un aroma común a Dark Country, heredado del wéstern
revisionista y crepuscular de los 70, que en el caso del filme de Petty asienta
sus pies con mucha mayor firmeza en la realidad histórica de la Frontera. Allí
donde Bone Tomahawk permanece en un
terreno estético abstracto y estilizado, con sus protagonistas arquetípicos con
aroma a Hawks, Eastwood y John Carpenter, moviéndose en una Frontera americana
imprecisa en el espacio y el tiempo, The Burrowers, como ya vimos, nos sitúa
en un contexto histórico-geográfico concreto, y al margen del horror imaginario
al que se enfrentan sus héroes, funciona como interesante y sombrío comentario
sobre el melting pot de la Frontera,
reflejando cómo las tensiones raciales y racistas, los abusos de poder, la
desconfianza entre clases sociales distintas (militares y colonos,
negros recién liberados humillados por sus empleadores blancos, sioux y ute, enemigos entre sí tanto como del hombre blanco y de los pawnee, a su vez al servicio del
ejército americano) ciega a los humanos ante la realidad de un común Enemigo
ancestral para el que todos, blancos, rojos o negros (estos gusanos son menos
exquisitos que los trogloditas) somos solo ganado del que alimentarse.
Si
Bone Tomahawk es ambiciosa
formalmente, con su ritmo primorosamente construido y su búsqueda del contraste
entre géneros tan distintos pero quizá no tan distantes como el wéstern y el splatter caníbal italiano, The Burrowers es ambiciosa argumental y
conceptualmente, con su ácido comentario sobre los conflictos raciales e
incluso cierto subtexto vagamente ecologista, pues no olvidemos que los Excavadores han puesto sus ciegos ojos mutantes
sobre los seres humanos después de que estos les privaran de los bisontes, que
constituían su fuente de alimento natural.
Pila con restos de cráneos de bisonte (hacia 1870) |
Tanto
The Burrowers ―a cuyo universo
volvería Petty brevemente con su cortometraje Blood Red Earth (2009)― como Bone Tomahawk
son dos excelentes ejemplos de un Weird
Western directa o indirectamente inspirado en la brillante idea de Robert
E. Howard de combinar el horror prehistórico, inhumano y abisal del Pequeño
Pueblo con la épica y el escenario de la Frontera. Ambos asumen también directamente la tradición esotérica de una Frontera
Hueca, que se encuentra en algunas de las mitologías y creencias de los nativos
americanos y se relaciona, en cierta medida, con la realidad histórica de los
pueblos Constructores de Montículos, las ciudades de piedra de los anasazi o las culturas milenarias del
Valle del Mississippi. No son los únicos ejemplos del género, y la Frontera
Hueca con sus criaturas míticas, sobrenaturales o supervivientes de eras
olvidadas por el tiempo, asoman también en curiosos telefilmes como La mansión del terror (Gargoyles. Bill Norton, 1972 👉 Ver entrada en este blog) o sagas de Serie B más o menos conseguidas como la iniciada en
1990 con la notable y divertida Temblores
(Tremors. Ron Underwood, 1990) que
alcanza ya seis títulos, la mayoría destinados al mercado de vídeo (además de
una serie de televisión) y de la que se anunciaba para este año una nueva
secuela (Tremors: Island Fury).
Cartel de Temblores (Tremors, 1990) |
De
entre todas sus entregas es de rigor citar aquí Temblores 4: Comienza la leyenda (Tremors 4: The Legend Begins. S. S. Wilson, 2004), ya que presenta el
primer encuentro entre los habitantes del pueblo minero de Perfection (conocido
entonces como Rejection), en la Nevada de 1889, con los hambrientos
“Graboides”, esos especiosos gusanos gigantes subterráneos que tantos bueno
ratos nos han hecho pasar, y con los que se enfrentan aquí los antepasados
directos de algunos de los protagonistas del filme original, en pleno
crepúsculo del Viejo Oeste.
Temblores 4. Comienza la leyenda (2004) |
Siguen
siendo, sin embargo, escasos ejemplos de una de las variedades más interesantes
del Weird Western, gracias a su
potencial como metáfora perfecta de la naturaleza in-humana, prehistórica y casi
mineral, rotundamente extraña y prácticamente alienígena, de la inmensa e
inabarcable Frontera americana. Miles de
kilómetros de desierto, terrenos volcánicos, bosques y selvas, montañas, valles
y glaciares que por muy cartografiados que estén hoy, por mucho que reciban
visitantes y turistas guiados por sus espacios naturales convertidos en parques
nacionales, siguen constituyendo un inmenso territorio de clima y condiciones
extremas donde quizá sea mucho más fácil tropezarse con Bigfoot, con el
Chupacabras o con el Wendigo que con el Oso Yogui o con Rocky y Bullwinkle.
Un espacio en blanco lleno de agujeros olvidados por el tiempo que conducen al
interior de nuestras pesadillas más arraigadas, nuestros miedos y odios
ancestrales, nuestra profunda necesidad de encarnar la Nada de un pasado
insondable y ajeno en criaturas y razas de la noche imaginarias a las que poder
dar caza en nuestras fantasías exculpatorias... Antes de que sean ellas las que
nos cacen y devoren a nosotros mismos.
◆Filmografía citada ◆
Deuda de honor
(The Homesman). USA, Francia, 2014.
122 m. C. D.: Tommy Lee Jones. G.: Tommy Lee Jones, Kieran Fitzgerald, Wesley A.
Oliver, según la novela de Glendon Swarthout. I.: Tommy Lee Jones, Hilary Swank, Grace Gummer,
Miranda Otto, Sonja Richter.
Bailando
con lobos (Dances with Wolves). USA,
1990. 181 m. C. D.: Kevin Costner. G.: Michael Blake, según su propia novela. I.:
Kevin Costner, Mary McDonnell, Graham Greene, Rodney A. Grant, Floyd “Red Crow”
Westerman.
Bone Tomahawk.
USA, G. B., 2015. 132 m. C. D.: S. Craig Zahler. G.: S. Craig Zahler. I.: Kurt Russell, Patrick Wilson,
Matthew Fox, Richard Jenkins, Lili Simmons.
La venganza de Ulzana
(Ulzana´s Raid). USA, 1972. 103 m. C. D.: Robert Aldrich. G.: Alan
Sharp. I.: Burt Lancaster, Bruce Davidson, Jorge Luke, Richard Jaeckel,
Joaquín Martínez.
La noche de los gigantes
(The Stalking Moon). USA, 1968. 109 m.
C. D.: Robert Mulligan. G.: Alvin Sargent, Wendell Mayes, sobre la novela de T.
V. Olsen. I.: Gregory
Peck, Eva Marie Saint, Robert Forster, Noland Clay, Nathaniel Narciso.
Cartel de La noche de los gigantes (The Stalking Moon, 1968) |
Centauros del desierto
(The Searchers). USA, 1956. 119 m. C. D.: John Ford. G.: Frank S. Nugent, según la novela de Alan Le May. I.: John Wayne, Jeffrey Hunter, Vera Miles, War Bond, Natalie
Wood.
Río
Bravo.USA, 1959.141
m. C. D.: Howard Hawks. G.: Jules Furthman, Leigh Brackett, según el relato de
B. H. McCampbell. I.: John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson, Angie Dickinson,
Walter Brennan.
Sin
perdón (Unforgiven).USA, 1992.130 m. C. D.:
Clint Eastwood. G.: David Webb Peoples. I.: Clint Eastwood, Gene Hackman,
Morgan Freeman, Richard Harris, Jaimz Woolvett.
Holocausto caníbal (Cannibal
Holocaust).Italia, 1980. 95 m. C. D.: Ruggero Deodato. G.: Gianfranco
Clerici, Giorgio Stegani. I.: Robert Kerman, Francesca Ciardi, Perry Pirkanen,
Luca Barbareschi, Salvatore Basile.
La montaña del dios caníbal
(La montagna del dio cannibale).
Italia, 1978. 99 m. C. D.: Sergio Martino. G.: Cesare Frugoni, Sergio Martino.
I.: Ursula Andress, Stacy Keach, Claudio Cassinelli, Antonio Marsina, Franco
Fantasia.
Fotocromo promocional de La montaña del dios caníbal (1978) |
El renacido
(The Revenant). USA, Hong Kong,
Taiwan, 2015. 156 m. C. D.: Alejandro G. Iñarritu. G.: Mark L. Smith, Alejandro
G. Iñarritu, basado parcialmente en la novela de Michael Punke. I.: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson,
Will Poulter, Forrest Goodluck.
El guerrero nº 13
(The 13th Warrior). USA,
1999. 102 m. C. D.: John McTiernan. G.: John McTiernan, William Wisher, Warren
Lewis, según la novela de Michael Crichton. I.: Antonio Banderas, Diane Venora,
Dennis Storhoi, Vladimir Kulich, Sven Wollter.
La
matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre). USA,
1974. 83 m. C. D.: Tobe Hooper. G.:
Kim Henkel, Tobe Hooper. I.: Marilyn Burns, Allen Danziger, Paul A. Partan,
William Vail, Gunnar Hansen.
Las
colinas tienen ojos
(The Hills Have Eyes).USA, 1977. 90
m. C. D.: Wes Craven. G.: Wes Craven. I.: Suze Lanier-Bramlett, Robert Houston,
Martin Speer, Dee Wallace, Michael Berryman.
Ravenous.
G. B., Méjico, USA, República Checa, 1999. 101 m. C. D.: Antonia Bird. G.: Ted Griffin. I.: Guy
Pearce, Robert Carlyle, David Arquette, Jeremy Davis, Jeffrey Jones.
The
Burrowers. USA, 2008. 96
m. C. D.: J. T. Petty. G.: J. T. Petty. I.: Clancy Brown, Karl Geary, William
Mapother, Doug Hutchison, Galen Hutchison.
Blood
Red Earth.USA, 2009. 18
m. C. D.: J. T. Petty. G.: J. T. Petty. I.: Andrea Annette, Ivan De Leon, Larry
Fessenden, Joan Henry, Yahayra Mejorada.
Hellbenders.USA,
2012. 85 m. D. J. T. Petty.G.: J. T. Petty, según su propia novela gráfica. I.: Clifton Collins Jr., Clancy Brown, Andre Royo,
Robyn Rikoon, Macon Blair.
La mansión del terror
(Gargoyles). USA, 1972. 74 m. C. D.: Bill Norton. G.: Stephen
Karpf, Elinor Karpf. I.: Cornel Wilde, Jennifer Salt, Grayson Hall, Bernie
Casey, Scott Glenn.
Temblores (Tremors).
USA, 1990. 96 m. C. D.: Ron Underwood. G.: S. S. Wilson, Brent Maddock, Ron
Underwood. I.: Kevin Bacon, Fred Ward, Finn Carter, Michael Gross, Reba
McEntire.
Temblores
4: Comienza la leyenda
(Tremors 4: The Legend Begins). USA,
2004. D.: S. S. Wilson. G.: S. S. Wilson, Brent Maddock, Nancy Roberts. I.:
Michael Gross, Sara Botsford, Billy Drago, Brent Roam, August Schellenberg.
◆Lecturas para gusanos de biblioteca◆
El
gran dios Pan y otros relatos de terror sobrenatural.
Arthur Machen. Valdemar. Madrid, 2013.
El terror y otros relatos de lo extraño. Arthur Machen. Valdemar. Madrid, 2013.
“The Valley of the Lost”. Robert E. Howard.
Los
gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural. Robert
E. Howard. Valdemar. Madrid, 2014.
La
luna del cazador. T. V. Olsen. Valdemar. Madrid, 2016
(En la colección Frontera, junto a Soldado
azul, del propio Olsen).
Los
devoradores de cadáveres. Michael Crichton.
Ultramar, 1983. (Varias ediciones en Emecé, Salvat y Plaza y Janés, ocasionalmente
con los títulos de Entre caníbales y
vikingos y El guerrero nº 13).
Al
otro lado del río. Jack Ketchum. El andén, 2008.
Espectros
en una tierra trizada. S. Craig Zahler. Tres puntos,
2018.
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