TODOS A HACER GÁRGOLAS | Jesús Palacios


La mansión del terror (Gargoyles). USA, 1972.74 m. C. D.: Bill Norton. G.: Stephen Karpf, Elinor Karpf. I.: Cornel Wilde, Jennifer Salt, Bernie Casey, Grayson Hall.

El terror televisivo de los 70 (como bien sabe el amigo Tonio Alarcón) está lleno de títulos tan deliciosos como delirantes. Y uno de los más exóticos y sorprendentemente disfrutables es Gargoyles (absurdamente titulado en nuestro país La mansión del terror; hay un cobertizo, un motel y una caverna, pero ni una sola mansión en toda la película), dirigido por el experto en productos catódicos Bill Norton, y con un singular reparto que incluye al veterano actor y cineasta Cornel Wilde y a un jovencísimo y atractivo Scott Glen. El primero de ellos es el Dr. Mercer Boley, una especie de antropólogo especializado en criaturas míticas, autor de populares best-sellers sobre demonología y Ocultismo, que se encuentra viajando a través del desierto del Suroeste americano con su joven y atractiva hija Diana (Jennifer Salt, futura productora de series como Nip/Tuck o American Horror Story). Su misión es ir a echar un vistazo a uno de esos museos de curiosidades freaks para turistas, perdidos en medio de ninguna parte y llenos de reliquias falsas e imitaciones. Pero esta vez, el barbudo Tío Willie (Woody Chambliss) tiene algo que realmente merece la pena ver: el esqueleto completo de una extraña criatura humanoide, dotada de alas y con una calavera reptiliana coronada por senda cornamenta. 



Por supuesto, el Dr. Boley se muestra bastante escéptico acerca del origen de los restos, pero accede a grabar las historias del viejo sobre demonios del desierto, que aterrorizan incluso a los nativos americanos de la zona... Sin embargo, los demonios tienen otros planes al respecto: en mitad de la noche atacan el cobertizo donde se encuentra el esqueleto, prendiéndole fuego y causando la muerte de su dueño. El doctor y su hija consiguen huir por los pelos, perseguidos por una de las criaturas aladas, encontrando finalmente refugio en un motel de carretera, junto a una gasolinera. A la mañana siguiente, ambos acuden a las autoridades para denunciar el incendio, pero cuando vuelven con los agentes al cobertizo reducido a cenizas, estos se limitan a detener a una pandilla de motoristas que merodea por las ruinas, acusándoles del crimen y metiéndoles entre rejas, a pesar de las protestas de padre e hija. Esa misma noche, la habitación del hotel donde se albergan es atacada por algunos de los seres, con intención de recuperar el cráneo, y uno de ellos muere atropellado durante la escaramuza. El Dr. Boley tiene ahora algo que mostrar mucho más impresionante que una simple calavera: el cadáver de una de las gárgolas (sabemos qué son las criaturas desde el breve prólogo del telefilme). Por supuesto, los monstruos vuelven para hacerse con el cuerpo sin vida de su compañero y, de paso, también para secuestrar (casi mejor dicho: abducir) a la joven Diana. 



Hasta los incrédulos policías se ven obligados a reconocer que algo muy raro está pasando en el pueblo, y rápidamente se organiza una posse con ayuda de la pandilla de motoristas encabezada por su líder, James Regger (Scott Glen). Entre tanto, Diana, prisionera en el interior de las ciclópeas y profundas cavernas donde viven las criaturas, incubando a sus retoños, ha llamado la atención de su alado caudillo (el impresionante y atractivo actor negro Bernie Casey), quien parece sentir por ella también cierta atracción erótica (“curiosidad” dice él...), y quien explica a la chica sus planes así como la naturaleza de su eterna contienda contra los seres humanos: cada seiscientos años, la antigua y diabólica raza de las gárgolas renace e intenta conquistar el mundo. Hasta ahora, ha sido siempre derrotada por la humanidad, pero es el momento de volver al sendero de la guerra... Poco después, el pequeño ejército de policías y moteros, con el Dr. Boyle a la cabeza escopeta en mano, descubre el cubil de las gárgolas y comienza la batalla.



Gargoyles es uno de los telefilmes de culto favoritos de la época por muchas y obvias razones. Por un lado, es un simpático homenaje a las Monster Movies de Serie B de los años 50, al tiempo que resulta sorprendentemente moderno gracias a su enfoque criptozoológico de lo sobrenatural y a su atmósfera de Gótico Americano a plena luz del sol, en mitad del desierto, con su solitario freak museum de carretera, sus viejas leyendas indias y el sórdido motel de pueblo, propietaria alcohólica incluida. Por otro, en su segunda mitad se convierte en una especie de Weird Western fronterizo, con los policías a caballo, los motoristas y el doctor disparando contra las criaturas, que bien podrían pasar por alguna tribu de nativos norteamericanos luchando por sus tierras. El interior de las cavernas donde viven las gárgolas, cuidando los huevos de su futura crianza, dignas de las teorías de Richard S. Shaver o David Childress, resulta alucinantemente onírico y surreal, como salido directamente de un viejo péplum de Mario Bava o alguna dantesca visión del Infierno. Por supuesto, las gárgolas son baratas y un poco ridículas, con sus trajes de goma ajustados, pero al mismo tiempo funcionan con efectividad e incluso impresionan a veces, a lo que contribuyen sus irreales movimientos,filmados a cámara lenta para aumentar la sensación de pesadilla. Su líder, La Gárgola (tal y como aparece denominado en los créditos), ostenta una caracterización realmente lograda, siendo una de las primeras creaciones del entonces joven Stan Winston, quien obtuvo un merecido Emmy por sus maquillajes especiales para la película, que poseen ya el sello característico del maestro.


Parte Monster Movie, parte Weird Western, parte Survival, parte aventura épica de Mundo Perdido, con escenas e ideas que se adelantan a la saga de Jeepers Creepers o a filmes como Legion (Scott Stewart, 2010), todo en menos de setenta y cinco minutos, Gargoyles es pura diversión pulp, Sentido de la Maravilla y un fascinante ejemplo de las mejores virtudes de la vieja televisión de terror de los setenta. Si alguien rodara ahora esta historia, no duraría menos de dos pretenciosas horas, todo el mundo tendría una larga y triste tragedia personal que narrar y los efectos especiales digitales estarían repletos de agotadoras explosiones y épicas peleas tan aburridas e insufribles como sin duda mucho mejor hechas...para peor.


Lectura recomendada: Al caer la noche. Tonio L. Alarcón. Applehead Team. Málaga, 2017.
https://appleheadteam.com/producto/al-caer-la-noche-terror-catodico-americano-1970-1981/


Jesús Palacios 😈



Comentarios

  1. Muchas gracias por la crítica, Jesús. No es de mis tv movies favoritas de la época, pero es divertida y resulta uno de los telefilmes menos telefilme de los setenta. Otra de las escasas monster movies que se rodaron para televisión durante esa década es The world beyond (1978). Se trataba de un piloto de una futura serie que no fructificó. Si no lo has visto -lo siento, no he leído aún tu libro sobre folclore y horror, y no está incluido en Al caer la noche- creo que te puede interesar bastante.
    Un saludo.
    Enrique.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. Buscaré "The World Beyond", que me suena bastante, pero no creo haber visto. Saludos.

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