ARDE, BRUJA, ARDE | Jesús Palacios


#Literatura

MENTES POSEÍDAS (Mindspell). Kay Note Smith. Argos Vergara. Col. Rojo & Negro. Barcelona, 1985.

Comencé a leer Mentes poseídas con la mía poseída también, pero por culpa de unas absolutamente engañosas líneas publicitarias en la portada del libro: “Una historia en la que pululan adoradores del diablo, combinaciones aberrantes de las cadenas de DNA, y mentes esquizofrénicas... Un fascinante y espantoso festín de terror”. En realidad, no tenía ni idea de quién era Kay Nolte Smith, autora de este presunto tren de la bruja que parecía digno, como mínimo, de Dean R. Koontz o James Herbert, más allá de la información procedente de la contracubierta: que había ganado el premio Edgar en 1981 por su primera obra, The Watcher (publicada en la colección El Séptimo Círculo de Emecé editores como La espectadora, sólo en Argentina), lo que a mí me ha parecido siempre una buena credencial de partida. Otro dato que me había llamado la atención era el hecho de que la escritora colaboraba habitualmente en la revista The Objectivist, fundada por Ayn Rand para divulgar su peculiar sistema filosófico e ideas. Quizá esto último debería haberme llevado a sospechar algo, porque, por supuesto, Mentes poseídas, publicada originalmente en 1983, no es una novela de terror. Es un thriller, sí. Un misterio Gótico contemporáneo, también. Pero, sobre todo, es una pieza de filosofía y polémica Objetivista, acerca de algunas cuestiones sociales, ideológicas e incluso políticas de notable relevancia.


A grandes rasgos Mentes poseídas es la retorcida y tortuosa historia de una joven, independiente y exitosa mujer de negocios, Cayla Hayward, al frente de un importante laboratorio farmacéutico que está probando un tratamiento revolucionario, basado en la ingeniería genética para la cura de algunas enfermedades, en medio de la polémica nacional acerca de la controvertida manipulación de genes humanos con fines médicos y comerciales. Cayla es heredera de una rica y poderosa familia del Este (con ecos de los Kennedy), una profesional brillante y quizá algo frígida, pero con auténtico talento para los negocios y la ciencia. El problema es que también parece ser la última descendiente directa de Kella Hagaward, una bruja escocesa del siglo XVII, torturada y quemada viva por la Inquisición, quien antes de su muerte lanzara una maldición contra su propia y traidora familia: una mujer de cada generación Hagaward (o Hayward, evolución moderna del apellido) sería como ella y, como ella, sufriría también una muerte injusta y prematura.


Ahora, cuando una humilde mujer campesina de Pennsylvania llamada Polly comienza a hablar con acento escocés, revelando bajo un estado de regresión hipnótica cosas que sólo los Hayward o incluso únicamente la vieja bruja podían saber, convirtiéndose en todo un fenómeno parapsicológico gracias a la prensa sensacionalista, el futuro de la compañía de Cayla, sus descubrimientos y su fortuna están en peligro, mientras el país se ve atravesado por una oleada de indignación procedente de asociaciones religiosas y distintas congregaciones e iglesias confesionales, denunciando la manipulación genética como obra del Diablo... Literalmente. El Congreso ordena abrir una investigación, mientras Cayla teme que si alguno de sus terribles secretos familiares salen a la luz pública, la obra de toda su vida quedará destruida por completo. Con ayuda de un atractivo psiquiatra, Stefan, especializado en desmontar fraudes paranormales, Cayla inicia una desesperada carrera contra reloj para descubrir la verdad sobre Polly, la maldición familiar e incluso su propio y traumático pasado.


Rápida, entretenida y bien construida, pese a demasiadas coincidencias inverosímiles y ciertas sorpresas y giros un tanto forzados, Mentes poseídas tiene todos los elementos de un clásico melodrama Gótico de misterio y romance: esqueletos familiares, una gran mansión decadente en Nueva Inglaterra, una tensa relación erótica entre la gélida Cayla y el apasionado Stefan, un montón de investigación detectivesca, fantasmas del pasado, sesiones espiritistas (¡todo un pueblo de espiritistas!), instituciones psiquiátricas (lo que antaño llamábamos manicomios)... En definitiva, un tapiz de intrigas tejido con muchos de los temas típicos de Hitchcock, con su insistencia en el psicoanálisis, el hipnotismo y las memorias y sexualidad reprimidas (incluso tenemos nuestra propia versión de la Señora Danvers: la escalofriante Miss Hester, al cuidado de la abuela paralítica de Cayla), como si fuera una especie de cóctel de Rebeca, Recuerda, Marnie la ladrona y La trama.


Pero todo puesto al servicio de un tema contemporáneo y controvertido, siempre desde un punto de vista escéptico y científico. De hecho, siguiendo el ejemplo de Ayn Rand, estamos ante una novela de ideas, que utiliza la ficción como medio de expresión para el debate e incluso el proselitismo, pero en lugar de emplear el lenguaje épico del realismo socialista propio (por irónico que parezca) de novelas como El manantial o La rebelión de Atlas, Mentes poseídas, como otras obras de su autora, recurre al género de suspense y misterio, al igual que hicieran también en el siglo XIX escritores como Paul Féval, Eugène Sue, Charles Dickens o el propio Victor Hugo.

Escrita y publicada en mitad de la administración Reagan, en pleno rearme del evangelismo, los cristianos renacidos, los tele-evangelistas y los políticamente influyentes sectores religiosos conservadores, el verdadero propósito de Kay Nolte Smith es una denuncia radical de los fraudes religiosos y espiritistas, una seria diatriba contra los peligros de la credulidad, la superstición y la manipulación religiosa, y una defensa a ultranza del pensamiento científico y racionalista a la vez y al tiempo, por supuesto y como buena (o mala, según el punto de vista) Objetivista, de la libre empresa y comercio.


De paso, Mentes poseídas expone también el machismo imperante en la política, los negocios y los grupos religiosos estadounidenses, afortunadamente sin caer nunca en el odio al hombre típico del feminismo radical de moda, amén de constituir un homenaje desde su punto de vista libertario y ateo a todas las mujeres víctimas del fanatismo, torturadas y ejecutadas durante la fiebre de la Caza de Brujas. Fundamentalmente, se trata de un serio aviso para todos aquellos (entre ellos muchas mujeres de hoy en día que se adhieren a movimientos místicos y espirituales sin apreciar la contradicción ideológica que ello supone de cara a sus supuestas convicciones políticas o sociales), incapaces de vivir su vida sin el falso, peligroso y pernicioso consuelo de la religión y la superstición disfrazadas de pseudociencia. Para mi sorpresa, Mentes poseídas no resultó ser, al fin y al cabo, una novela de terror. Tampoco quizá el mejor misterio Gótico romántico que he leído (de hecho, algunas de sus partes más potentes son los discursos políticos durante la investigación del Senado). Pero ofrece suficiente material para el cerebro como para mantenerte interesado hasta la última página, donde no falta tampoco un guiño irónico final, tan sano como inesperado.

 

P. D.: Kay Nolte Smith (1932-1993), ha sido hoy prácticamente relegada al olvido por el Objetivismo “oficial”, que encontró de mal gusto su novela Elegy for a Soprano (1985), inspirada en las relaciones entre Ayn Rand y Nathaniel Branden. No todo sectarismo es siempre religioso: las ideas filosóficas y políticas que cristalizan en instituciones organizadas, por muy materialistas, racionalistas o científicas que se pretendan y sean del signo ideológico que sean, del libertarismo al marxismo, degeneran a menudo en cultos místicos e irracionales, no muy distintos ni distantes de los peores y más peligrosos fanatismos religiosos.

Jesús Palacios 😈

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