La Luna no es tan cruel amante | Jesús Palacios



High Moon. USA, 2014. 90 m. C. D.: Adam Kane. G.: Jim Danger Gray y Bryan Fuller, según la novela de John Christoper The Lotus Caves (1969). I.: Chris Diamantopoulos, Jonathan Tucker, Jake Sandvig, Dana Davis, Peter Macon, Constance Wu, Charity Wakefield.


High Moon (2014) fue el episodio piloto de una serie de ciencia ficción abortada para Syfy Channel que hubiera sido, probablemente, lo mejor producido en toda su existencia por esta irregular cadena hacia la que, creo yo, compartimos todos una indisoluble mezcla de sentimientos de amor/odio. Escrito por Bryan Fuller (Voyager, Deep Space Nine, Star Trek: Discovery, Dead Like Me, Hannibal...) y Jim Gray (Little Odessa), dirigido por el también televisivo Adam Kane (colaborador habitual de Fuller) y basado en una vieja novela juvenil publicada a finales de los años 60 por John Christopher (autor a reivindicar tanto por su apocalíptica La muerte de la hierba como por libros para jóvenes tan magníficos como su Trilogía de los Trípodes), es una absoluta delicia camp, extravagante y bizarre, con maravillosos efectos especiales digitales a los que se exprime hasta la última gota de posibilidades psicodélicas y pop, acerca de un futuro en el que la Luna es gestionada por un consorcio privado que, a su vez, permite asentamientos internacionales de todas las grandes potencias, conviviendo en tensas relaciones políticas y comerciales, ya que el satélite se ha convertido en principal proveedor de Helio-3 para la Tierra. En medio de las rencillas entre estadounidenses y rusos para hacerse con el monopolio de este valioso elemento, ocurre una extraña explosión terrorista y el gobierno americano envía a uno de sus mejores agentes para descubrir qué está pasando. El único superviviente de la explosión es, precisamente, el hermano del propio agente, convertido en principal sospechoso y quien afirma haber visto, justo antes del atentado... ¡una flor viva en la superficie sin aire de la Luna!



Esta enrevesada intriga está servida como un chispeante cóctel de espionaje estilo Guerra Fría, con agentes dobles y triples (uno de ellos el fantástico Jonathan Tucker, gélido asesino profesional en la reciente Los Ángeles de Charlie, interpretando a un no menos gélido súper-espía ciborg y gay, enamorado de un militar soviético), asesinos thugs del espacio exterior, monstruos mutantes, mechas con forma de tiranosaurio, trajes espaciales dignos de Tim Burton, una increíble colonia lunar de la India sacada directamente de Bollywood, más una estupenda banda sonora de Trevor Yuile con sabor a thriller sesentero.

 

Todo un ejercicio de puro Sense of Wonder, kitsch oriental, camp de los 60, diálogos hard boiled dignos de una vieja screwball comedy, intriga paranoica, estética manga y ritmo ágil e imparable para el regreso a un futuro que podrían haber imaginado Gerry y Sylvia Anderson, Patrick McGoohan, Ishiro Honda o Brian Clemens. Gracias a Lorenzo Díaz por descubrírmela, y de nada a SyFy Channel (que la estrenó como película independiente, dejando perplejos a muchos espectadores con un final que, por supuesto, no es sino el principio), por no tener los cojones de dar el visto bueno a la que podría haber sido una serie de culto a la altura de Firefly, Lexx o Farscape. No sé por qué nunca triunfan las cosas que me gustan... Bueno, miento: leyendo algunos (no todos, por supuesto y por fortuna) de los estúpidos comentarios de usuarios en IMDB, empiezo a comprenderlo.

Jesús Palacios 😈

Comentarios

  1. Muy buen articulo, además la novela La luna no una cruel Amante de 1965 es excelente, donde puedo encontrar el capitulo piloto de esta serie ?

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