Nos4a2 - King of Speed | Jesús Palacios



We guarantee the sweetest ride
You'll go so far you'll think you've died
Michael Moorcock, “Kings of Speed” (Warrior on the Edge of Time. Hawkwind)

Jesús Palacios

Confieso que no soy un gran fan de Joe Hill y ni siquiera de su ilustre padre, Stephen King, aunque, por supuesto, siento el mayor de los respetos por ambos. King me ha alegrado el día muchas veces a lo largo de mi vida con libros como Salem´s Lot, Cementerio de animales, El umbral de la noche, Carrie y bastantes más. Pero me resulta simplemente imposible mantener mi interés perpetuamente en una obra tan infinita e inabarcable (por no hablar de la imposibilidad también de que esta mantenga siempre el mismo nivel de calidad). Soy un amante infiel y me es imposible estar siempre enamorado de un solo universo, especialmente de uno que no deja de crecer (sean los Universos Marvel o D.C., los mundos de Star Wars o Star Trek, las series o los libros de Juego de Tronos o cualquier otro que se nos pueda ocurrir). Hay demasiados escritores, películas y libros diferentes esperando la oportunidad de ser descubiertos o redescubiertos como para consagrar mi existencia a sólo uno o dos conceptos por ricos e interesantes que puedan ser. Me he aburrido de Castle Rock, Maine, y de las precuelas, secuelas, cross-overs, reboots, spin-offs y demás hierbas del Universo King. Me he aburrido también de varios de sus conceptos y personajes característicos que encuentro repetitivos y predecibles. Pero al mismo tiempo admiro la capacidad de King para seguir vivo y gozando de buena salud creativa y debo reconocer que a veces me sorprende con un nuevo libro que realmente me gusta (como La historia de Lisey o Revival). Bueno, basta de King. En cuanto a Joe Hill, encuentro admirable su valiente decisión de hacer carrera como escritor en exactamente el mismo campo sobre el que tanto tiempo ha reinado su padre, pero ni El traje del muerto ni Cuernos funcionaron del todo para mí, los dos tenían algunas ideas interesantes, empezaban muy bien... pero se desinflaban rápidamente cayendo en ciertos tópicos que detesto. Por todo ello comencé la lectura de su tercera novela Nos4a2, descatalogada durante un tiempo y recientemente reeditada por la editorial especializada en el género fantástico Nocturna Ediciones, con precaución y sospechas... pero, ¡qué demonios, es todo un auténtico y excitante viaje en el tren de la bruja! (o en el coche, en la moto, en la bici...).

Por supuesto, hay en ella un montón de elementos totalmente derivados de la obra de su padre: una suerte de vampiro psíquico con el aspecto de Nosferatu, un coche diabólico con vida propia, el concepto de un mundo de ideas que también es real a su manera y al que algunas personas con “poderes” pueden acceder para bien o para mal (un concepto similar se encuentra, entre otras muchas de sus obras, en La historia de Lisey de King; se trata obviamente de una idea derivada a su vez del mundo de los arquetipos del inconsciente colectivo, desarrollado por C. G. Jung), la ambigüedad de los niños como monstruos inocentes o inocentes monstruos, y, por supuesto, las referencias a la cultura pop, los héroes de clase obrera, los guiños a clásicos y modernos del género de horror (por ejemplo, el personaje de Tabitha Hutter, homenaje a la madre del autor, la también escritora Tabitha King, al tiempo que al héroe de Nosferatu, por citar alguno) así como los links con otras obras y personajes del ya mencionado Universo King. Pero pese a todo ello, Joe Hill se las arregla para encontrar por fin una voz propia: un estilo más salvaje, más splatterpunk de contar la historia. Un ritmo imparable, más propio de un tebeo o de un videojuego pero perfectamente conseguido gracias a su habilidad literaria, de forma que resulta absolutamente entretenido y cautivante al tiempo que es capaz de evocar imágenes de auténtico horror. Es como el mejor King de los viejos tiempos pero con una sobredosis de velocidad o, literalmente, de speedJoe Hill ha creado a sus personajes con maestría, dándoles vida con tan sólo unas cuantas pinceladas, sin necesidad de perder su tiempo y el nuestro con sermones o largas digresiones sobre sus conflictos y problemas personales. Desde luego que tienen un montón de problemas personales, morales y psicológicos: aquí están los siempre dolorosos conflictos familiares, los problemas con la adicción y la creatividad, la traición de nuestros propios principios, la pérdida de la infancia y la inocencia, todo tan característico de King... Pero su hijo los integra hábilmente en una narrativa veloz, intensa y poderosa, sin perder la humanidad de sus protagonistas pero manteniendo siempre nuestro interés al más alto nivel de suspense y emoción desde la primera hasta la última página. Incluso los dos o tres finales distintos (algo que habitualmente odio) se las apañan para funcionar satisfactoriamente cada uno a su manera. Esto es It con quinientas páginas menos y sin su (para mí) ridículo final.


No voy a contar demasiado sobre el argumento, salvo que aquí tenemos una especie de moderno Nosferatu, con un poco de Michael Jackson, un poco de Charlie Manson y un poco de James Matthew Barrie; una madre desesperada por recuperar a su hijo antes de que se transforme definitivamente en un diabólico Lost Boy; un Renfield con máscara de gas y cierta afición por la tortura, la violación y el asesinato, y un explosivo clímax que me hizo recordar la fantástica portada del inmortal disco de Meat Loaf Bat Out of Hell. Creo que es suficiente para abrir boca.

Todavía no he visto la serie basada en el libro y no sé si la veré alguna vez (como ya dije, soy un amante infiel) pero debo reconocer, Joe Hill, que aquí me has atrapado bien.

P. D.: Es curioso que la noción de Michael Jackson como una especie de Nosferatu, un vampiro que se alimenta de las almas de los niños sin necesidad de ningún contacto o abuso sexual, e incluso despreciando estos, se encuentra también en un viejo proyecto cinematográfico descartado de Fenton Bailey y Randy Barbato, los directores y productores de la impresionante Party Monster (de las dos: documental y película de ficción). Pequeñas y escalofriantes coincidencias...

Una última nota inquietante: hace dos o tres años conocí brevemente a Joe Hill en el festival Celsius 232 de Avilés y el parecido ya resultaba alarmante entonces, pero creo que ahora la manera en la que Hill se está transformando en Stephen King debería darnos un poco de miedo. Parece el argumento de una de sus novelas (de cualquiera de los dos, claro).

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