COCKNEY REBEL - The Gentlemen: los señores de la mafia | Jesús Palacios
Jesús Palacios
(Publicado originalmente en el nº 213/ 26 de febrero, 2020, de la revista "Cine 2000")
¡Guy Ritchie ha vuelto!
O eso, al menos, supongo que gritarán algunos de sus fans. Otros, como el que
suscribe, creen que en realidad nunca se fue del todo, y que películas
injustamente menospreciadas como Rey
Arturo: La leyenda de Excalibur y Operación
U.N.C.L.E. poseen totalmente el sello autoral del director británico y
algún día serán reivindicadas como es debido. Pero, en cualquier caso, sí es
cierto que Guy Ritchie ha vuelto a las andadas, a lo que mejor se le da, o sea,
la mala vida. Ya se sabe: puedes sacar al chico del barrio, pero no puedes
sacar el barrio del chico. Mejor así. The Gentlemen
es un nuevo tour de force narrativo
al mejor ―o peor, para algunos― estilo Ritchie: meta-narrativa asincrónica,
fragmentada, convulsa y frenética, que se vuelve una y otra vez sobre sí misma,
amparándose en el magistral personaje interpretado por Hugh Grant, el narrador
menos fiable de los narradores no-fiables que abundan quizá un poco
exageradamente en el cine de género reciente. Lo bueno, por supuesto, es que la
cosa funciona, porque pocos pueden superar a Ritchie en su propio terreno ―lo
siento Aves de presa―, donde combina
la violencia brutal a la par que espléndidamente coreografiada y rodada con
inventiva, con el retrato de personajes extremos a golpes de ingenioso diálogo
y a veces simplemente a golpes, con pinceladas gruesas pero efectivas,
alardeando de su sempiterno acento cockney
de chico malo del East End. Y menuda galería de réprobos canallas que interpretan
actores tan variados pero siempre afortunados como Charlie Hunnam, bien lejos
de su ingenuidad artúrica en el papel de Consejero del señor de las drogas
(blandas) de Londres; el siempre impresionante Jeremy Strong como su
traicionero competidor; Eddie Marsan, como el mezquino magnate de la prensa que
quiere hundirlo por motivos personales;el guapo Henry Golding como Dry Eye, el
joven pistola floja de la mafia china que quiere apoderarse de su negocio; Colin Farrell
como el recto y honesto entrenador de chicos descarriados, que tiene que tener
cuidado para no descarrilar él mismo; Michelle Dockery como su sexy, caliente y
peligrosa pero inusitadamente devota esposa y socia... Y, por supuesto,
flotando por encima de todos con insolente pero falsa elegancia británica,
porque ya sabemos que es un advenedizo yanqui, Matthew McConaughey, productor
asociado del invento, quien sin duda ha propiciado el retorno de Ritchie a los
bajos fondos y las altas esferas del crimen, en su empeño porque le recordemos
como un actor de raza especializado en razas de noche: yonquis, escritores
desfasados, policías corruptos, asesinos, alcohólicos, estafadores o como aquí,
señores de la mafia tan implacables como estilosos, con su propio código de
honor. No le darán el Oscar, pero nos está haciendo pasar muy buenos ratos.
El cóctel meta-anfetamínico
funciona a la perfección con sus subidones y bajones que incluyen diálogos
chispeantes y ofensivos ―no hay corrección en la política autoral de Guy Ritchie,
gracias al cielo―, ajustes de cuentas y persecuciones desquiciadas, traiciones
y meta-traiciones, vómitos, asesinatos sangrientos, accidentes estúpidos,
videoclips de raperos, sátira social, chistes auto-referenciales, cinéfilos y
zoófilos, una banda sonora irresistible de hits para melómanos pop y, por
supuesto, retruécanos inverosímiles, varios finales, secretos y mentiras que
hacen que las dos horas de película se te pasen más deprisa que un colocón de speed (por supuesto, hablo de oídas). En
definitiva, lo mejor de The Gentleman
es que más vale lo bueno conocido que lo malo por conocer, y que Ritchie sigue
siendo quien mejor hace lo que mejor sabe hacer. Puede que al principio muchos
le consideraran un “imitador” de Tarantino, pero en la medida en que permanece extrañamente fiel
a sus principios y al cine de género comercial al tiempo que personal, puede
decirse que quizá el alumno (si lo fuera) ha superado al maestro. En todo caso,
la Comedia Humana Cockney de Guy Ritchie, comenzada hace ya más de dos décadas,
tiene el futuro asegurado para mí. Por cierto, alguna vez habrá que reivindicar
también su Revolver con Luc Besson...
Pero esa ya es otra histeria.
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