A QUEMARROPA - Aventuras de Jess W. Earp en el Salvaje Oeste de Asturias - Segunda entrega: "Have a Gun... Will Travel" | Jesús Palacios

Aventuras de Jess W. Earp en el Salvaje Oeste de Asturias

Segunda entrega: 

Have a Gun... Will Travel


Cuando la destartalada diligencia me dejó por fin a la entrada de SN, después de uno de los viajes más largos y agotadores que recuerdo (me sigue resultando extraño no poder distinguir al conductor y a los viajeros de los salteadores de caminos), la noche casi había caído sobre la pequeña ciudad. Los feriantes del papel impreso, esa reliquia de los viejos tiempos, habían cerrado sus chiringuitos y apenas tuve tiempo de agenciarme algo de lectura para el insomnio. Tengo por principio viajar sólo con lo básico: un revólver. Si puedo añadir un par de mudas completas y una carabina de repetición, me doy por satisfecho. Por suerte, todavía pude conseguir un ejemplar de mi género favorito: los libros de viajes. Ser pistola de alquiler es muy parecido a ser un viajero perpetuo, un turista que en lugar de llevarse tontos recuerdos del sitio visitado deja en él su propio recuerdo imborrable: la muerte de algún canalla que, sin duda, se lo merecía, pero que también sin duda tenía madre, hijos, esposa, amigos o, al menos, alguien que le quería. Hasta el peor de los bastardos puede hacer amigos en el Oeste. Claro que ese no es mi problema. Mi problema es el insomnio. Y lo alivio con la lectura, habitualmente de libros de viajes y aventuras. Los mejores. Quizá algún día haga como el viejo sinvergüenza de Bill Cody y deje que un plumilla del Este, que la única piel roja que ha visto es la de su nariz cuando toma demasiado el sol, cuente mi vida o, mejor dicho, se la invente. Ya saben: entre la realidad y la leyenda...



El caso es que afortunadamente El turista perplejo (Pez de plata), de Ernesto Colsa, francotirador cultural ovetense que en los lejanos 90 formó una banda de desaprensivos desperados, conocida como Equipo de Acción Sonora, con la que asaltó brutalmente a jugadores y borrachos desprevenidos en salones y tugurios de la Frontera, con sonidos musicales que hasta un apache habría dudado en utilizar para torturar a sus prisioneros, es uno de esos libros de viaje que hacen que te desternilles al tiempo que reflexionas (instruir deleitando, que se decía antes), disfrutando de una prosa escrita en un castellano inusualmente apropiado, al que no le faltan bordes afilados y pulimentados, erudita sin caer en la pedantería y con una frescura (el autor es, claramente, un fresco) perfectamente calculada. El turista perplejo, lejos del libro de viajes al uso, busca los resquicios de la diferencia, la sorpresa y el contraste en un mundo globalizado, donde cada vez parecen quedar menos sorpresas y las diferencias se diluyen en un único y gigantesco supermercado neoliberal. Y, sin embargo, ahí están: lugares como Corea del Norte, vista con ojos impávidos de quien no puede creer lo que está viendo, pero tampoco aquello que no le dejan ver. Rutas andinas que bordean la catástrofe en un intento de confraternización hispana con cerveza caliente y preguntas inconvenientes. Lugares que son casi No-lugares por su propia naturaleza intersticial, como ese país en negativo, digno de emparejarse con Ruritania, que es Transnistria (igualmente podría llamarse Transinistria, teniendo en cuenta que su capital es Tiraspol...), situado en tierra de nadie entre Moldavia y Ucrania, donde al autor no se le ocurre otra cosa que ir de fiesta. O como el Outback australiano, donde la herencia de los penales británicos con acento irlandés o escocés se funde y confunde con el espíritu de la vieja Frontera al más genuino estilo wéstern. Ernesto Colsa busca y encuentra los restos de identidades históricas y estilos de vida singulares, que se niegan a integrarse en la Aldea Global, despertando nuestra perplejidad ante el absurdo constructo de naciones, fronteras y tradiciones milenarias inventadas ayer. Gracias a su irónica prosa de póker, con mirada átona de inveterado cara de palo, probando todas las cervezas y poniendo a prueba todas las paciencias de burócratas, guías y paisanos, El turista perplejo te devuelve las ganas de viajar en un mundo donde, vaya, cada vez va a ser más difícil, caro y peligroso hacerlo. Pero ya saben: compren un revolver... y viajen, viajen. 


Jesús Palacios 😈

A Quemarropa nº 3. Gijón, 5 de julio, 2020


👉 Primera entrega: Llega un forastero

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