ANNA - Las chicas de Besson | Rakel S.H.
eOne
Valoración: Muy buena película del maestro Luc Besson. Una historia
llena de acción y glamour, inteligente,
dinámica, con heroína sexy y poderosa
y actores interesantes… ¿Qué más se puede pedir?
Acción, thriller
―
Dirección y guion: Luc Besson
Música: Éric Serra
Dirección artística: Gilles Boillot, Stéphane Robuchon
Reparto: Sasha Luss, Luke Evans, Cillian Murphy, Helen Mirren, Eric Godon, Lera Abova
Las chicas de Besson
Al margen de las nuevas convenciones que, sin embargo, nos
parecen tan anticuadas y puritanas, Luc Besson sigue haciendo buenas películas
de chicas bellas con pistolas. Anna nos cuenta la historia favorita
del director —mujer joven cambia de vida metiéndose en otra mucho más complicada
y peligrosa que le exige ser la mejor asesina/espía/profesión similar— para
hacernos disfrutar de nuevo con sus inigualables escenas de acción y su particular
esteticismo. En esta ocasión, rechaza la linealidad y nos sorprende con juegos
narrativos, saltando adelante y atrás en el tiempo, como si miráramos a través
de cámaras de vigilancia en diferentes momentos de la trama, para revelarnos poco
a poco el desenlace.
Las chicas de Besson son, ante todo, supervivientes. Porque
la belleza no va reñida con el empoderamiento, Anna es una joven a la vez
pasional y calculadora, una mujer fatal de rostro dulce, que sabe utilizar su
sexualidad y su inteligencia para alcanzar su objetivo: la libertad. Como
Nikita en Nikita, dura de matar
(1990), Leeloo en El quinto elemento
(1997), incluso como Lucy (2014) o Juana de Arco (1999), se nos presenta el
arquetipo femenino que se adapta a un medio hostil y avanza como puede hacia su
destino por la rápida corriente de los acontecimientos. Para Besson, no existen
ni el sexo ni la violencia gratuitos, forman parte fundamental y lógica de la
trama —como de la vida misma— y sus personajes no son criaturas asexuadas ni
apáticas. Tanto Anna como sus atractivos co-protagonistas Luke Evans y Cillian
Murphy —gracias, amigo Luc, por darnos esta alegría para los ojos—, representan
reconocibles paradigmas aunque desprovistos de cualquier maniqueísmo; aquí no
hay buenos ni malos, sino sujetos vitales y apasionados que tratan de salir airosos
de las dificultades que se les plantean.
Es lo que amamos de Luc Besson: nos recuerda la verdadera magia
del cine con su propia voz de artista independiente y libre para contarnos
simplemente una historia entretenida, sin grandes alardes, pretensiones ni dramatismos,
sólo destinada al disfrute del espectador.
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