VAMPIRES ON THE ROCKS | Jesús Palacios


 


  Libros ✍️📚

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LA DONCELLA DE HIELO. Marc Behm. Ed. Júcar. Col. Etiqueta Rota. Gijón, 1988. Traducción de Jorge Lorbar. 256 págs.


Detalle del póster de Sangre fresca (Innocent Blood, 1992)


Leída por segunda vez, muchos años después, reconozco que apenas recordaba La doncella de hielo, más allá de la sensación de haberlo pasado bien en su momento y de que se trataba de una novela cargada de humor y erotismo. Pero lo cierto es que, en realidad, es mucho mejor o, al menos, mucho más divertida, absurda y loca de lo que esperaba. Especie de combinación imposible entre el típico caper de gran golpe (o hold up) al estilo Donald Westlake y su personaje de Dortmunder, con novela de vampiros centenarios viviendo en el Nueva York de los años 80, Marc Behm (1925-2007) se lo pasa en grande haciendo gala de humor paródico e iconoclasta, cuyo mayor acierto es mostrarnos un problema para la supervivencia del vampiro que raramente se tiene en cuenta: simple y llanamente, la pasta. La guita, el money, el parné, la lana… El dinero, vamos. ¿Cómo sobrevivir décadas y siglos manteniendo un nivel de vida aceptable a través de guerras, bancarrotas, persecuciones, depresiones grandes y pequeñas, desastres financieros globales y personales? Los tres vampiros protagonistas, Cora Dana, “la doncella de hielo”, quien se ganó la vida un tiempo escribiendo para Weird Tales cuentos de vampiros (nadie sospechaba que eran autobiográficos), el mezquino músico de club Anthony Logan y Oswald Brand, antiguo torturador medieval y el auténtico Fray Tuck del bosque de Sherwood (por supuesto, Robin Hood y sus muchachos eran vampiros), después de conocer el lujo y la lujuria a través de los siglos, se las apañan ahora malamente en la Gran Manzana, la primera como croupier en un casino de la Mafia, el segundo como pianista en un tugurio y el tercero escondido en las alcantarillas, alimentándose de ratas. La solución: unir fuerzas para robar la recaudación del casino y comprar una espléndida finca al lado del zoológico, al alcance del aullido de los lobos. Siendo vampiros, con poder para convertirse en murciélagos, lobos y hasta niebla, además de resistir las balas, nada puede salir mal, ¿no? Por supuesto, todo sale fatal, para desgracia y tribulación de los protagonistas y culpable disfrute a carcajada batiente del lector.


Marc Behm


Dividida en dos partes, la primera narra con cierto detalle las vidas pasadas de los tres vampiros, repasando con ellas parte de la Historia de Europa y Estados Unidos de forma jocosamente heterodoxa, con insultos y agravios para todos y cada uno de los reyes, gobernantes y políticos que aparecen citados. Behm aprovecha para parodiar también los excesos románticos y sentimentales de cierto género vampírico. Teniendo en cuenta que la novela fue publicada en 1983, el mismo año del estreno de la fabulosa pero voluntariamente romántica y decadente El ansia (The Hunger), quizá no sea del todo casual que nuestros vampiros resulten fanáticos instrumentistas de música clásica, y que acaben formando un ensamble para interpretar a Mozart, en lo que parece una caricatura en toda regla del omnipresente violoncelo del filme de Tony Scott. El estilo sardónico, netamente hard boiled de Behm pone irónico contrapunto a las historias de romance apasionado y relaciones peligrosas en tiempos revueltos históricamente de sus personajes, que se convierten en parodia y versión picaresca de los vampiros de Anne Rice o Chelsea Quinn Yarbro, exacerbando además los aspectos erótico-festivos, con la “doncella de hielo” calentándose a la mínima y el casi milenario y brutal Brand hecho todo un Príapo de miembro enorme y descontrolado, que protagoniza sí, el miembro alguna de las escenas más grotescamente divertidas del libro.

 

A los vampiros les gusta la clásica: David Bowie y su violoncelo en El ansia (The Hunger, 1983), uno de los filmes quizá parodiados por Behm


La segunda parte, que narra el golpe propiamente dicho, nos recuerda inevitablemente que Behm fue uno de los guionistas de Charada (Charade, 1963) de Stanley Donen y del ¡Socorro! (Help, 1965) de Richard Lester con los Beatles. Porque el robo se convierte en un desastre absoluto que degenera en persecución interminable, extravagante y grotescamente ridícula a través de la noche neoyorquina, en una suerte de versión literaria de los finales desquiciados de comedias como ¿Qué tal, pussycat? (What´s New, Pussycat, 1965) o Casino Royale (1967). Un remake urbano, nocturno y eróticamente gráfico, sangriento y desopilante de El mundo está loco, loco, loco, loco (It´s a Mad Mad Mad Mad World, 1963) trasladado a la jungla urbana, durante el cual nuestros infortunados héroes atraviesan una fiesta de oficinistas en el edificio donde tiene lugar el golpe, llena de empleados alcoholizados, que degenera en orgía sexual, suicidios y violaciones; son perseguidos por una turbamulta de “vigilantes” cazavampiros y fanáticos religiosos armados de estacas y hachas; se enfrentan a una banda rival que intentaba el mismo robo, digna de un filme de blaxploitation; atraviesan en vertiginosa carrera comisarías y hospitales, se persiguen en automóvil, ambulancia y helicóptero, convertidos en murciélagos y lobos, en pelota picada cada vez que vuelven de una transformación y recibiendo balazos, estacazos mal dados, golpes y atropellos. Todo, tras un par de sacas con más de un millón de dólares que pasan de mano en mano a lo largo de una madrugada de pura demencia. En definitiva: un delirio slapstick que alcanza niveles de splatstick, sin lógica ni mesura alguna, hasta su clímax final, no menos ilógico pero perfectamente satisfactorio desde el punto de vista de la comedia desabrida y la farsa.

 


El loco final de ¿Qué tal, pussycat? (What´s New Pussycat, 1965), puro slapstick no muy lejos de la novela de Marc Behm


¿Es La doncella de hielo una novela perfecta? Por supuesto que no. Pero no lo necesita, como no lo necesitan películas como las ya citadas, típicos ejemplos de filmes imperfectos mucho más divertidos y memorables que otros tenidos por canónicos, o como aquellas que, en cierto modo, preludia: Re-Animator (1985), Mordiscos peligrosos (Once Bitten, 1985), El regreso de los muertos vivientes (The Return of the Living Dead,1985), El terror llama a su puerta (Night of the Creeps, 1986), Vamp (1986), Bad Taste (1987), Sangre fresca (Innocent Blood, 1992), Revenant: Vampiros modernos (Modern Vampires, 1998) o las mejores y peores comedias de la Troma.

 

Don Rickless en Sangre fresca


Mezcla inesperada de hard boiled, robo (im)perfecto, vampirismo urbano, parodia literaria y farsa cómico-erótico-festiva sin pretensiones, La doncella de hielo nunca conoció edición como libro independiente en Estados Unidos, donde se publicó como parte del ómnibus que incluía el nazi chic La reina de la noche y La mirada del observador (su novela más prestigiosa). En nuestro país fue editada por Júcar gracias a la labor de Paco Ignacio Taibo II, amigo y admirador del autor, en 1988, y poco después por Círculo de Lectores, en la misma e irregular traducción. Como el resto de las obras de Behm, siempre más popular en Francia, su patria de adopción, que en sus Estados Unidos natales, merecería una nueva edición a la medida del lector más exigente.

 


Tráiler de la infravalorada Revenant: Vampiros modernos (1988). ¿Leyó Richard Elfman La doncella de hielo?  No lo descarten.


Jesús Palacios 😈

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