Eter (Krzysztof Zanussi, 2018) | crítica de Jesús Palacios y una reflexión de Rakel S.H.

Bosco Films
Estreno 31 de enero de 2020
Valoración:  😈😈😈


Éter, una crítica de Jesús Palacios

Dirigida por el veterano auteur polaco Krzysztof Zanussi, Éter (2018) es una historia desoladora y oscura, aunque teñida finalmente de cierta esperanza, sobre las siniestras y sádicas hazañas de un médico militar en los tiempos previos al estallido de la Primera Guerra Mundial, situada en un aislado puesto del ejército austrohúngaro en la Europa Central. El Doctor (un impresionante Jacek Poniedzialek) es un fugitivo de la justicia rusa que ha provocado accidentalmente la muerte de una de sus pacientes cuando intentaba violarla. A su llegada al puesto militar encontrará toda suerte de facilidades por parte de su superior en el ejército para continuar sus experimentos con seres humanos, abusando de un joven campesino con el que ha hecho amistad.

Las investigaciones del Doctor giran principalmente en torno al empleo del éter como anestésico, sometiendo a su asistente a toda suerte de sádicas ordalías. Otros experimentos con las internas de un hospital psiquiátrico próximo incluyen el hipnotismo o la inoculación de sífilis... Todo ello sin olvidar las primitivas pero dolorosas pruebas con electroshock de las que hace víctima también a su ingenuo asistente. El Doctor no se detiene ante nada: abortos clandestinos, robo de cadáveres, profanación de iglesias... Obsesionado con el poder de la ciencia y la medicina, sus experimentos prefiguran obviamente las prácticas criminales de los “doctores de la muerte” del Tercer Reich, y en su locura desafía a la muerte misma jugando a la ruleta rusa o corriendo en medio de una tormenta eléctrica enarbolando su bastón de metal. Finalmente, para conseguir dinero con el que ampliar su laboratorio, el Doctor se arriesga a convertirse en espía al servicio de Rusia, comprometiendo el futuro de sus investigaciones y, por supuesto, su propia vida...

Éter no es exactamente una película de horror, pero su atmósfera, personajes y tremenda historia resultan absolutamente escalofriantes y puede verse como una suerte de terrorífico ejemplo de Gótico Centroeuropeo, con poderosas implicaciones morales, filosóficas e incluso religiosas acerca de la naturaleza del Mal, la bestia interior que todo ser humano lleva dentro, el problema del libre albedrío y, por supuesto, la hubris y los actos perversos de una ciencia deshumanizada entregada a la búsqueda del poder y a la ciencia por la ciencia misma. Por otro lado, los últimos quince minutos confirman las sospechas del espectador atento, con una vuelta de tuerca Fáustica y abiertamente fantástica. El punto de vista católico de Zanussi marca con claridad el mensaje del filme pero, en cualquier caso, gracias a su fotografía oscura, sombría y gris (el equipo tuvo que pintar de blanco la hierba verde para conseguir el pálido y enfermizo look de la película) y a sus composiciones pictóricas inspiradas en la obra de Goya, Éter se nos aparece como un tardío pero interesante y perturbador ejemplo del más profundo y clásico fantastique cinematográfico de Europa del Este, llegado directamente del país de Potocki y Bruno Schulz.




¿Hay una bestia dentro de cada individuo?, 
por Rakel S.H.



Después de unos días de reflexión, he optado finalmente por abordar el nuevo filme de Zanussi ―sin duda de inmejorable realización, estética y desarrollo de la trama, como se esperaba del veterano director polaco― desde el punto de vista filosófico de mi ateo y, sin embargo, "espíritu" preocupado por la responsabilidad del ser humano en sus inclinaciones hacia lo que hemos denominado a lo largo de los siglos como El Mal.

"La explicación es sencilla: toda el agua turbia procede de una fuente turbia; toda agua clara mana de una fuente clara"

Cita de los Maniqueos recogida en la revista Agvstinvs, Primicias agustinianas,
artículo de Victorino Capanaga sobre los estudios de San Agustín en torno al problema del mal, 1978


Al contrario de los maniqueos que creían en la existencia de dos principios iguales pero opuestos, El Bien y El Mal, como dos seres supremos de luz y oscuridad, San Agustín vio en las ideas neoplatónicas una respuesta satisfactoria a esta problemática, sin poner en duda la omnipotencia de Dios. Se basaba en la suposición del mal como un subproducto, causado por una privación o corrupción del bien, y determinado por la libre elección del hombre, quién se convertía así en el único responsable de sus actos.

El pensamiento filosófico hace coincidir aquí a ateos y católicos estableciendo que el ser humano es sujeto activo y no pasivo de sus decisiones y, por ende, autor y único culpable de sus acciones más despreciables.

"Ciertamente, el proverbio es verdadero: lo que está inclinado hacia el Diablo, irá al Diablo.” 

Historia von D. Johann Fausten, autor anónimo, 1587


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Fausto en su estudio, Ary Scheffer, 1831


Sin embargo, el "libre albedrío" religioso reconoce la figura del Diablo como instigador en la sombra, estafador hambriento de tratos y almas dispuestas a la tentación, y la película de Zanussi nos cuenta su versión de un nuevo Fausto entregado a su ambición de poder y conocimiento, a medio camino entre la realidad y lo fantástico. ¿Es el Diablo un símbolo de nuestras bajezas morales y elecciones más viles o un ente real inspirador de las mismas? Por un lado, creer en el Diablo es una convicción religiosa y no filosófica, y, por otro, contradice en sí misma la idea de la responsabilidad humana en su libre albedrío.


"La sociedad es la culpable.
Que sociedad no hay más que una"

Canción de Siniestro Total, 1990
Letra: Julián Hernández

Pero, ¿somos realmente libres? ¿Somos realmente los únicos responsables de nuestros actos?

No me detendré a reflexionar ahora sobre las diferentes visiones de cómo condiciona la sociedad al individuo. Claramente, no vivimos aislados en una burbuja y las diferentes sociedades en cuanto a épocas históricas, lugares geográficos, desarrollos culturales y económicos o cualquier otra variable sociológica suponen factores determinantes en los intereses y valores individuales. De ahí que muchas veces el terreno de lo moral resulte resbaladizo, no tenga los límites tan claros, y tampoco la frontera entre el Bien y el Mal lo esté.

Ya en otros textos dije aquello de "no somos seres de luz", no somos ejemplos de perfección y virtud. Como mentes de pensamiento complejo, tenemos nuestros más y nuestros menos... Ya sea a causa de nuestros instintos en constante lucha en busca del equilibrio, ya porque la sociedad me ha hecho así o porque en el fondo sólo somos parásitos destructivos otra posibilidad no descartable―, nuestras decisiones no siempre son las más nobles y desinteresadas, de hecho, me atrevería a afirmar que no existe nada que podamos hacer de manera totalmente incondicional, por muy buenas que sean nuestras intenciones. Y no importa.

Entonces, ¿el problema dónde está?




"No es fácil de describir. Hay algo extraño en su apariencia; algo desagradable, algo francamente detestable. Nunca vi a un hombre que me gustara menos y, sin embargo, no sé por qué. Debe ser un tipo de deformidad, aunque no puedo especificar en qué consiste. Es un hombre de aspecto extraordinariamente anormal, y sin embargo no puedo señalar ninguna anormalidad. No, señor, no puedo evitarlo."
El extraño caso del doctor Jekyll y Mr HydeR.L.Stevenson, 1886

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Richard Mansfield como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde en la representación teatral de 1887


También he hablado en otras ocasiones sobre el gen del mal, la psicopatía, la falta de empatía... ¿Existe una bestia dentro de nosotros? ¿De todos nosotros o sólo de algunos?  Indiscutiblemente hay violencia en nuestra naturaleza que intentamos controlar con raciocinio, sentido común, leyes, relaciones afectivas y cooperativismo. Pero somos más lobos que ovejas en cuanto a nuestra bestialidad; más parecidos en lo evolutivo a los agresivos chimpancés que a los pacíficos orangutanes. No obstante y pese a todo, también somos capaces de convivir y de discernir hasta cierto punto, dependiendo de las circunstancias, qué distingue lo correcto de lo incorrecto. Por ello nos vemos en la obligación de crear reglas y normas ―por las dudas―, pero al menos hemos entendido su necesidad y eso también cuenta.

"Hay un demonio en cada uno de nosotros",
Alfred Hitchcock

Cita recogida en The dark side of genius, The life of Alfred Hitchcock, Donald Spoto, 1985

Es posible que haya una bestia dentro de cada individuo; nuestras mentes batallan y aprenden continuamente cómo relacionarnos mejor con nuestras parejas, amigos, familiares, rivales, jefes,... No resulta fácil vivir en comunidad. Tampoco es fácil sobreponernos a fracasos, frustraciones, penas. También nos toca luchar contra nosotros mismos. Podemos ser nuestro peor enemigo.

El protagonista de Éter presenta una personalidad más psicopática que visceral, alejado de los conflictos humanos descritos y frío en sus motivaciones. No es necesario extendernos más en esta reflexión por el momento, pero, como sabemos, el Mal puede aparecer en forma de un ser humano sin empatía, movido por intereses exclusivamente egoístas y sin capacidad alguna para establecer vínculos afectivos profundos. Como el personaje de esta historia, algunos encuentran su sitio en esta sociedad tan particular y otros se convierten en su problema. Haberlos, haylos... y muchos.

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