EL PROFESOR PIMM Y SU GOLEM - Orígenes de un supervillano olvidado (sin superhéroe que le persiga) | Jesús Palacios
(Ojo: contiene múltiples spoilers)
IT! Reino Unido, 1967. 96 m. Color. D.: Herbert J. Leder. G.: Herbert J. Leder. I.: Roddy McDowall, Jill Haworth, Paul Maxwell, Ian McCulloch, Oliver Johnston.
La ciudad es Londres (si bien podría ser Gotham o Metrópolis). El tiempo, los años 60 del Swinging London aunque, por cierto, no se nota mucho. Nuestro héroe, ejem..., perdón, nuestro (archi) villano, el tímido, amanerado y psicótico Arthur Pimm, ayudante del director de un Museo de Historia, que no es el British Museum (de hecho, es el Museo del Ejército). La trama va más o menos así: tras el incendio de un almacén perteneciente a los fondos del museo, lo único que sobrevive al mismo es una siniestra estatua representando un Golem, la mítica criatura del folklore hebreo creada para proteger a su pueblo.
En concreto, este resultará ser el de Judah Löw o Loew, construido en el siglo XVI en la ciudad de Praga para salvaguardar su ghetto de los pogromos y hacer las delicias del monarca embrujado, Rodolfo II de Habsburgo. No parece casualidad, por cierto, el hecho de que aquellos que se acercan demasiado a la redescubierta estatua mueran violentamente. Tras el misterioso fallecimiento del director y de un empleado, aplastado este último por la enorme estatua, la situación en el museo resulta un tanto molesta para todos, con la policía rondando y amenazando cerrarlo.
Bueno, tal vez no para todos. Movido por su amor no correspondido hacia la hija del fallecido director, la guapa Ellen Grove (Jill Haworth), quien, por supuesto, no siente por él más que una tibia amistad y simpatía teñidas de lástima (no parece su ideal de virilidad... ni por otra parte el de ninguna mujer interesada en la virilidad), nuestro buen Pimm, convencido de que tras los trágicos sucesos se encuentra el siniestro Golem, comienza a investigar los orígenes de la estatua y la leyenda, hasta descubrir cómo devolverla a la vida controlándola para sus propios fines... Que, por descontado, resultarán no ser demasiado honestos.
Quizás ha llegado ya el momento de revelar alguna cosa más sobre la personalidad de Pimm. Algo que, en realidad, en la película se da a conocer casi desde el primer minuto: vive con el cadáver momificado de su madre, en la más genuina tradición (y copia) de Norman Bates. Al parecer, mamá era médium espiritista y educó a su hijito en las mismas creencias desde que tenía cuatro años, por lo que él ahora la cuida más allá de la muerte, habla con ella y le falta sólo un hervor menos para presentársela a la mujer que ama o a los policías que investigan el caso.
Por supuesto, Pimm aspira también a que, tras la muerte del director del museo, sea él quien ocupe su lugar. Pero la directiva encabezada por el señor Trimingham (Oliver Johnston) no piensa de la misma manera, nombrando para el puesto al estirado y antipático Profesor Weal (Aubrey Richards). Para mejorar la situación del patético y no obstante alegre, a su manera, Pimm, un importante museo estadounidense ha enviado a Londres a Jim Perkins (Paul Maxwell) con una oferta para comprar el Golem y llevárselo consigo. Jim sí que parece encajar en la idea de virilidad de Ellen, quien se enamora inmediatamente de él (es americano, qué demonios) y está más que dispuesta a acompañarle de vuelta a los Estados Unidos.
Vaya. Parecen un montón de problemas para el apocado, perturbado y algo paranoico esquizofrénico Pimm. Por cierto, tampoco lo hemos dicho aún, aunque las imágenes ya lo han revelado: Mr. Arthur Pimm es interpretado, literalmente encarnado, por un todavía joven y pletórico de energía Roddy McDowall y, por supuesto, It! es su fiesta privada. Un auténtico one man show.
El neoyorquino Herbert J. Leder, culpable absoluto de esta delirante y absurda a la par que clásica y contenida pieza de puro cine psicotrónico, director de tan sólo siete películas a cual más marciana y autor del guion de la memorable producción británica Monstruo sin rostro (Fiend Without a Face. Arthur Crabtree, 1958), intentó en esta su nueva aventura inglesa, tras la no menos loca The Frozen Dead (1966), aproximarse voluntariamente al estilo Hammer, aunque quizá más al de los filmes del Dr. Quatermass y otras creature features como Lo desconocido (X the Unknown. Leslie Norman, 1956) o El abominable hombre de las nieves (The Abominable Snowman. Val Guest, 1957), que a los clásicos góticos de la Casa del Terror. Si lo consiguió o no, lo dejo en manos (o en ojos) de quienes se atrevan a verla, pero una cosa resulta indudable: It! es auténtica diversión pulp sin prejuicios, escrúpulos ni vergüenza alguna.
The Frozen Dead (Herbert J. Leder, 1966) |
Mucho
más cerca de los comic-books
de superhéroes (solo que sin superhéroe) que del puro terror, una
de las escasas aproximaciones al mito del Golem en el cine de horror
moderno se convierte según avanza su metraje y de forma tan
inevitable como descarada, en un
puro tebeo que, en circunstancias tan sólo levemente diferentes,
podría estar narrando los orígenes de un nuevo súper villano, a la
altura de los mejores que se nos puedan pasar por la cabeza.
El Profesor Pimm, al frente de un extraño trío completado por el
pétreo e inmortal Golem y por su momificada madre, no sólo empieza,
como todo gran villano que se precie de tener una carrera, por matar
a cualquiera que se interponga en su camino, sino que es también
capaz de hundir un puente en hora punta, precipitando al vacío y la
muerte a decenas de inocentes ciudadanos, sólo para probar su amor
por la inconmovible Ellen.
Pimm lo tiene todo para codearse con el Joker, El Duende Verde, Enigma, El Pingüino o el Dr. Morbius: es afeminado, culto (aunque sabe más de arte moderno que de historia, curiosamente), cleptómano, sensible, paranoico esquizofrénico con delirios de grandeza (y un poco dipsómano) e inevitablemente simpático. Además, está absurdamente empeñado en una obsesiva relación romántica sin futuro alguno (proyectando sobre la inocente Ellen su inconfesa homosexualidad, demasiado tímido para salir del armario en 1967 y quizá también ahora), siente remordimientos en sus ratos libres y tiene su corazoncito pero, por supuesto, nada de ello le impide enloquecer cada vez más y convertirse en una amenaza para el planeta entero. Lo que empezara con un par de misteriosas muertes, como un simple thriller sobrenatural, se sale por completo de madre en el último tercio de la película.
Tras ser detenido, el cada vez más desquiciado e inconscientemente malvado Roddy McDowell es internado en un psiquiátrico (que bien podría haber sido el Arkham Asylum), del que se evade con ayuda del invencible Golem, demoliendo puertas de acero y muros de ladrillo, para, seguidamente, secuestrar a la chica. Con ella, con su madre muerta y con la todopoderosa estatua, Pimm se atrinchera en unas góticas dependencias del museo, en plena campiña inglesa, convirtiéndolas en su refugio y fortaleza, junto a una aterrorizada empleada de la fundación (Dorothy Frere), a quien debemos una de las mejores frases del filme: “Si tengo que tomar el té una vez más con su madre me volveré loca”.
Leder, indiferente a su escaso presupuesto, dejando caer guiños al clásico del cine mudo alemán y fiando todo el éxito de su absurda empresa con enorme acierto al histrionismo delicioso y el carisma de su estrella, pasa de una discreta monster movie a la ciencia ficción apocalíptica, mostrando a su Golem destruyendo un puente en el centro de Londres y haciendo intervenir al ejército británico, para acabar lanzando una bomba atómica de alcance limitado sobre el pobre Pimm y su criatura.
Por supuesto y aunque sea una lástima ―es la lógica del bolsilibro―, el estólido héroe americano salvará a la rubia, a pesar de que la película está pidiendo a gritos la aparición de un genuino superhéroe, único tipo de personaje que pareciera digno de enfrentarse y vencer si acaso al psicótico Profesor Pimm y su Golem todopoderoso. Sin embargo, nuestra criatura, propia de alguna de las maravillosas historietas de monstruos dibujadas por Jack Kirby en los años 70 para Marvel, no puede perecer.
Como reza la profecía hebrea: “for neither by fire, nor water, nor force, nor anything by man created can I be destroyed”. Y, teniendo en cuenta cómo va el 2020, no descartaría yo que se cumpliera también su advertencia final: “He who in the 21st century evokes me must be of God's hand himself, because on this Earth the person of man existeth no more.”
Mientras llega o no ese momento, no puedo por menos de recomendar a todo amante de las rarezas camp, del espíritu más desquiciado de la Serie B, de los viejos comic-books y del bolsilibro netamente pulp, con más ingenio que genio pero genuinamente divertido, que no deje de darle una oportunidad a It!. Una historia de supervillano sin superhéroe, que bien se merecería uno, aunque sólo fuera para fantasear con que pudiera resultar aplastado por la irresistible simpatía diabólica de Mr. Pimm y la invencible mano de piedra de su poderoso Golem. Diablos... ¡Qué gran Joker hubiera podido ser Roddy McDowall!
Jesús Palacios 😈
Grandiosa reseña para uno de mis filmes modernos preferidos de todos los tiempos. Hasta hace unos años conocía la peli solo por algún fotograma, y me pensaba que sería algo estilo Hammer o incluso poesía folletinesca como la de Franju. Cuando la vi no `podía dar crédito: es cumbre del cine disparate, y como tal resulta imposible abandonar la visión una vez empezada. Bien lo dice usted: puro y genuino pulp de cabo a rabo... pero de los locos, los excesivos, los MEJORES!!
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras, que viniendo de quien vienen son todo un elogio. Mi experiencia con el filme es muy similar: tras años de ver la famosa foto del golem llevando a la chica , propia de cualquier portada pulp, di por fin con una copia digna y subtitulada, y cual no sería mi sorpresa al encontrarme con tal delicia camp, más propia de un viejo serial o un tebeo de los años 30 que de los 60. ¡Cuántas maravillas nos reserva todavía el pasado, gracias sean dadas!
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