KRULL, OBRA MAESTRA SURREALISTA | Jesús Palacios

Detalle del poster original de Krull (1983)

KRULL. Reino Unido, Estados Unidos, 1983. D.: Peter Yates. G.: Stanford Sherman. I.: Ken Marshall, Lysette Anthony, Freddie Jones, Francesca Annis, Alun Armstrong.

Diseño de producción: Stephen B. Grimes. 
Dirección artística: Tony Curtis, Norman Dorme, Colin Grimes, Tony Reading. 
Decorados: Herbert Westbrook. 
Vestuario: Anthony Mendleson.


njustamente menospreciada y maltratada por crítica y buena parte del público, incluidos muchos aficionados al Fantasy y el Space Opera, Krull (1983), servicialmente puesta en escena por el profesional británico Peter Yates, es, ante todo y sobre todo, un espectáculo visual y sensorial que, para ilustrar su sencilla fábula de aventuras, cuento de hadas travestido en ciencia ficción y fantasía épica, proyecta un fascinante despliegue estético, escenográfico, arquitectónico y pictórico, que remite constantemente al Surrealismo y algunos (y algunas) de sus más insignes representantes, así como a ciertos antecedentes: la arquitectura visionaria de Gaudí o la abstracción.

 

Dejando de lado aspectos argumentales tan interesantes como sus referencias a la bella y la bestia, al mito de Medea, la figura de Arachne, el ladrón de Bagdad o el cíclope condenado a conocer el día de su muerte, nos limitaremos aquí a comparar algunas de sus imágenes oníricas y fantásticas con las obras de varios pintores y artistas asociados al Surrealismo, en mayor o menor medida, que se nos aparecen como fuente de inspiración directa e indirecta de las mismas.

 

No creemos que todas hayan sido estrictamente emuladas por el equipo artístico del filme o que estuvieran precisa y exactamente en sus mentes e intenciones, pero sí que muchas lo estaban tanto a nivel consciente como inconsciente (es Surrealismo, amigos). Prácticamente todos los creadores de los decorados, vestuario, conceptos estéticos y escenográficos del filme trabajaron juntos, antes y después, tanto en producciones fantásticas como en otras de tipo histórico o de época. Analizando sus respectivas filmografías es evidente su conocimiento directo y cabría asegurar que profundo de la historia del Arte en general y del Surrealismo y el arte fantástico en particular. Son ellos, por supuesto, tan autores o más que Yates de una película muy recuperable.

 

Un agradable filme de aventuras fantásticas euro para todos los públicos y sin pretensiones, que, sin embargo, ofrece tanto algunos motivos arquetípicos argumentales como iconográficos y visuales que la sitúan por encima, en mi siempre poco humilde opinión, de puestas en escena vulgares y adocenadas como las explotadas por Peter Jackson en su sobrevalorada saga tolkiana.

 

Seguro que los amantes del Surrealismo en el cine, seguidores de Buñuel o Švankmajer, conocedores de filmes como Recuerda (Spellbound, 1945) de Hitchcock, con su famosa escena onírica daliniana, o de otros en los que colaboraran ocasionalmente artistas como Delvaux, Magritte, Man Ray o Leonora Carrington, difícilmente hayan pensado alguna vez que una película de espadas y fantasía heroica tuviera algo que ver con este. Pasen, vean y juzguen.

 

La fortaleza nave alienígena


Nave fortaleza de Krull

Esta nave gigantesca, oscura y petromórfica, es similar a una montaña, entre metálica y rocosa, que puede tanto atravesar el espacio sideral de forma horizontal como posarse en la superficie planetaria verticalmente, convirtiéndose en una fortaleza casi inexpugnable, que además cambia mágicamente de emplazamiento con cada amanecer. En el interior de su cumbre se asienta una cúpula con forma de ojo o sol oscuro, en cuyo interior se encuentran la Bestia y sus dependencias. Mientras que la idea procede seguramente de una serie de cuadros de René Magritte, pintados entre 1958 y 1959, representando una gigantesca roca flotante coronada a veces por un castillo, el diseño está inspirado en varios paisajes recurrentes creados por Max Ernst entre los años veinte y cuarenta.

 

Castillo de los Pirineos, René Magritte

Otra vista de la nave-fortaleza

Magritte, La llave de cristal (1959)

Nave fortaleza alienígena de Krull

Max Ernst Showing a Young Girl the Head of His Father (1927)

Otro detalle de la nave fortaleza de Krull

Max Ernst. Dark Forest and Bird o Paisaje consciente (1942)

Superficie de la nave fortaleza de Krull

Max Ernst


El castillo de la princesa

 

Polo opuesto a la oscura fortaleza rocosa de los invasores, el castillo de la princesa es de un blanco inmaculado, con torreones neogóticos y aspecto de cuento de hadas. Su blancura y estilizamiento modernistas remiten no solo a los clásicos castillos de Baviera, sino a los imaginados y diseñados por Antonio Gaudí. Sus interiores, aunque menos barrocos y biomórficos que los del arquitecto catalán, evocan también su peculiar recreación de las arcadas, ojivas, pasillos y salones medievales, idealizados y geométricamente organizados para crear peculiares perspectivas.

 

Castillo de los protagonistas en Krull

Museo Gaudí en Astorga

Interior del castillo de Krull

Colegio de las Teresianas, Gaudí

Interior del castillo de Krull

Interior Palacio Güell, Gaudí

Interior del castillo de Krull

Interior del castillo de Krull

Gaudí, cripta de la Colonia Güell

Interior del castillo de Krull


El interior de la nave-fortaleza alienígena

 

El principal delirio surrealista de Krull lo encontramos en sus diseños para el interior de la nave-fortaleza, más concretamente de los aposentos próximos a la guarida de la Bestia y destinados a la princesa prisionera. Aunque se aprecia cierta inspiración biomórfica en los trabajos de H. R. Giger para Alien, el octavo pasajero (Alien. Ridley Scott, 1979), se evita cuidadosamente su estilo biomecánico, oscuro y gótico industrial, mientras la curiosa elección del blanco como color predominante remite de nuevo a Gaudí. Sin embargo, la ubicuidad de curvas, círculos y espirales se inspira no solo en el Modernismo, sino también en las cualidades oníricas de Dalí y otros surrealistas, afectos a las ondulaciones, cierta cremosa claridad y los colores luminosos, como el canario Óscar Dominguez o Yves Tanguy, incluso para representar inquietantes paisajes de pesadilla. Destaca aquí el motivo del ojo, omnipresente en gran parte de la iconografía surrealista.

 

Es interesante el contraste entre el exterior de la nave-fortaleza, de oscuras líneas rectas rocosas, truncadas y verticales como en los paisajes de Ernst, con su interior, de claras y suaves líneas curvas, aunque amenazadoras. Está presente sin duda también el recuerdo de La bella y la bestia (La Belle et la Bête, 1946), del siempre próximo al Surrealismo Jean Cocteau.

 

Interior de la nave fortaleza alien en Krull

Salvador Dalí

El ojo pintor, Dalí

Interior de la nave alien en Krull

La mano, Salvador Dalí

Otra vista del interior de la nave alien en Krull

Oscar Domínguez, Paisaje cósmico


La madriguera de la araña

 

Otro momento de espectacular diseño surrealista lo encontramos en las escenas del interior de la gigantesca tela de araña donde vive la misteriosa Viuda de la Red (Francesca Annis). El universo abigarrado de la telaraña, con su extraño centro luminoso, despierta asociaciones con algunas obras de Ernst y otros surrealistas, pero también con las de Kupka, Kandinsky y la abstracción simbolista y cosmicista. Por su parte, la Viuda, aparte de su parentesco con Arachne, Medea y las Nornas, con su vestido negro rematado por el cónico e icónico hennin, rodeada de vaporosas telarañas, con su espejo y reloj de arena, símbolos de la vanidad y de la muerte, evoca de forma evidente las misteriosos figuras femeninas medievalizantes y hechiceras que abundan en las obras de Remedios Varo, Leonor Fini y Leonora Carrington.

 

La telaraña en Krull

Frantisek Kupka, Síntesis (1927-1929)

Remedios Varo, Creating Astral Ray

Interior de la telaraña en Krull

Leonor Fini

Otra escena en el interior de la telaraña de Krull

Remedios Varo

Interior de la telaraña en Krull

The Years Lie in Wait For You por Dora Maar


La transformación en tigre

 

En una curiosa escena, el torpe mago cambiaforma Ergo (David Battley), consigue, sin embargo, transformarse en peligroso tigre, defendiéndose así de los soldados alienígenas de la Bestia. Aunque aquí le vemos antes del salto, la secuencia en sí, con la presencia del gran felino contrastando con la cremosa claridad del decorado, lanzándose furioso contra sus enemigos, recuerda en cierta medida los famosos tigres de Dalí, de 1944.


El mago transformado en tigre de Krull

Tigres de Dalí (1944)

 

La cúpula de la Bestia

 

El corazón o, mejor dicho, el cerebro de la nave-fortaleza y sus dependencias interiores es la cúpula en la que se oculta la Bestia. Una construcción en forma de semiesfera, brillantemente iluminada desde su interior, rodeada y apuntalada por amplios contrafuertes o columnas exteriores, paralelos y unidos entre sí formando ventanales y curvándose concéntricos hasta llegar a la cúspide de la cúpula. Su forma y color evocan vagamente huesos humanos o animales, de la misma manera que gran parte de la decoración que la rodea se inspira en garras, colmillos y estructuras óseas. Aunque de nuevo hay un cierto aire de familia con Giger y otros ilustradores modernos de fantasía y ciencia ficción, el conjunto de forma y color remite sobre todo al Surrealismo blandiforme, erótico y onírico de Dalí y al biomorfismo ondulante y sinuoso de Gaudí y el Art Nouveau.  

 

Interior de la nave alien, guarida de la bestia en Krull

Salvador Dalí, Sky Cathedral

Gaudí, Casa Batlló

Jesús Palacios 😈

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